POR PABLO MARÍN ACOSTA
La primera vez que uno ve el video de Lang Lang, Marquese ´Nonstop´ Scott- Ocean 12 (from The Chopin Album), surge un choque impresionante entre dos corrientes que no se debieron mezclar, y que, tal como el derrame del petróleo sobre el mar, puede representar un desastre natural para el ecosistema artístico prevalente.
¿Qué es a lo que me refiero con lo antes dicho? La mal llamada música clásica tiene su primer representante con Lang Lang, quien, siendo uno de los grandes del gremio musical de culto, nos brinda en su amplio repertorio, una pieza de dificultad digna de su virtuosismo. El Estudio, Op. 25, No. 12, denominado “Oceano” de Frédéric F. Chopin, es una obra de gran complejidad que, si se conoce un poco de escritura musical, se presenta con gran acierto a lo que Kant llamó sublime, aquello que tiene una connotación de elevación. La obra es de respeto hasta para los que ya tienen ciertas habilidades en el instrumento, siendo una pieza que en muchos de los casos es fallidamente ejecutada, cosa normal dado lo dicho; son muchos los que fallan en su interpretación pública, lo cual no es el caso del intérprete mencionado.
Por otra parte, tenemos a Marquese Scott, quien es un gran artista en otro ámbito artístico, el de la danza, sin embargo, a diferencia del primer artista, este tiene un desenvolvimiento y una trayectoria artística enfocada a otros públicos. Es de resaltar que, a diferencia de Lang Lang, Marquese Scott no tuvo una vida entera dedicada a la disciplina, de hecho, más que una disciplina fue un desahogo de sí mismo, de su vida y más que una disciplina para este artista
La gran interrogante es, ¿por qué conjuntar a ambos artistas?, esto no se puede pasar inadvertido ya que los que siguen a Lang Lang, en su gran mayoría, desconocíamos al segundo artista y viceversa. Quizá para aquellos lectores ni el primero ni el segundo sean significativos para su cultura, ya que hablamos de personas que en sus respectivas disciplinas han sabido consolidarse de forma sobresaliente, no tendiendo un impacto en otras áreas o géneros. No sólo eso, han sabido vender bien su producto final con casi medio millón de reproducciones en la plataforma de YouTube. Estamos hablando de artistas que buscan presentar sus propuestas con un plus. E, increíblemente, han sabido trabajar de la mano de todo un equipo, en un video que aporte un grado de satisfacción más que aceptable.
Entonces, ¿cuál es el problema?, porque ello deriva en una supuesta tempestad. La explicación se da en otros artistas que han buscado replicar condiciones, pero no esencia.
Cuando se tiene un producto artístico, hoy en día se busca llegar a muchos públicos a costa de salir de un “tentativo” estado de confort y bajo la bandera de actualizar lo que ya no tiene cabida en esta realidad. Tal parece que es el caso de la obra de Chopin, bajo lo que se puede apreciar en el video, mostrar una idea original y actual de presentar algo tan lejano, reinventando y creando lazos que pueden ser benéficos para ambos representantes en sus disciplinas.
Esto es un fenómeno que desde el gran violinista Adré Rieu ya se intentaba, tener performance que facilitarán al espectador la asimilación de piezas musicales que en mayor o menor medida pudieran resultar familiares para el público no tan docto en la disciplina. Bajo la noble finalidad de acercar y visibilizar a todo público la también llamada música académica. Sin embargo, esta noble tarea también se ve empañada por otros intereses no tan sociales y sí económicos para el gremio que sigue buscando seguir subsistiendo.
Los artistas musicales, en este sentido, han dejado ver que su buena intención por acercar a diferentes públicos conlleva una apropiación de la obra, para que ésta, pase a un segundo plano siempre y cuando haya un objeto visible que proyecte la originalidad de su interpretación, las obras son tocadas hasta el desgaste completo e insulso, sólo para promover una interpretación pulcra y bien editada.
Lo sobresaliente de lo anterior es que el gran artista musical que busca inmortalizar su interpretación busca elementos que no son sólo su objeto sonoro, se busca la sobreestimulación y proveer un producto integral que satisfaga el plus que ya no da la obra musical; no sólo eso, se busca la exploración de otros terrenos y, aún más, la búsqueda de otras sonoridades.
Esto parece ser un aspecto positivo y progresista o bien una rotunda desconfiguración de lo que algún día representó el hecho de sólo interpretar y ser apreciado por esa buena habilidad; no se niega el placer visual, pero éste no es parte de la esencial de lo que algún día representó un buen producto musical.
Pablo Marín Acosta. Maestro en Pedagogía por la UNAM, egresado de la carrera de Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, egresado de la carrera Instrumentista en Piano, por la misma institución. Estudiante de la licenciatura en Derecho por la UnADM. Ha presentado trabajos de investigación en Colombia y Canadá. Como músico, cuenta con presentaciones públicas en distintos recintos de la Ciudad de México. Ha tomado clases bajo la batuta del Cuarteto Latinoamericano, la maestra Teresa Frenk Mora y el maestro Armando Merino.