POR ADOLFO QUINTANAR HARO
La producción literaria de Josefina Vicens (1911-1988) no sólo está compuesta por las dos novelas que publicó en vida, sino que también incluye sus crónicas taurinas, las de temas de política, el cuento “Petrita”, la obra de teatro Un gran amor y algunos poemas. Estas obras no han acaparado tanto el foco de la crítica en comparación con las novelas, debido en parte al difícil acceso a las mismas, sin embargo, no se deja de lado la importancia que tienen en el proceso de formación de la autora.
En los años cuarenta, Vicens incursiona en el mundo del periodismo, mucho antes de escribir El libro vacío. Por un lado, estaban las crónicas de política que publicaba bajo el seudónimo de Diógenes García, y por otro, las que interesan a este escrito, en las que hablaba de la fiesta brava, que también eran publicadas bajo un seudónimo masculino, el de Pepe Faroles; éstas primero aparecieron en la revista madrileña Sol y Sombra y después en Torerías. Las crónicas taurinas dejaron de publicarse en 1945, mientras que las de política todavía siguieron por un tiempo (Lojero Vega, 2022, p. 10).
En las crónicas de toros es posible encontrar los primeros trazos de las intenciones literarias de la autora, en algunos casos, por ejemplo, opta por narrar los acontecimientos a manera de cuento. Además, como se trata de uno de sus temas favoritos y de una actividad que para ella significaba tanto, no es posible negar la influencia que tiene en su forma de ver y entender el mundo. En este análisis se ofrece una propuesta de lectura en el que el ethos discursivo de las crónicas es el de la provocación, mientras que la postura de autor que deja ver es la de la conmoción.
Para Jérôme Meizoz, el ethos es un dispositivo enunciativo que “se infiere a partir del interior de un discurso” (2014, p. 88). Puede ser entendido como la “voz” del texto que va siendo construida en el proceso de lectura y a partir de los índices textuales que en él aparecen. El ethos no se dice, sino que se muestra, es percibido, no necesariamente explicitado en el discurso (Maingueneau, 2016, p. 135).
Al llegar a las crónicas de Pepe Faroles es posible encontrarse con una prosa honesta, directa, irónica y humorística. La adhesión al género, uno que se mueve entre la ficción y la realidad, le permite a Josefina Vicens que su discurso pueda contener estas características, pues no se limita a comentar los acontecimientos de las corridas de toros suscitadas los domingos, sino que también brinda información interpretativa y valorativa, al tiempo que se permite juzgar a los involucrados.
Hablar de un ethos de la provocación permite englobar en una sola palabra todo aquello que es posible encontrar en las crónicas, en términos discursivos. Esta provocación debe ser entendida como la intención de producir o causar algo, de buscar una reacción en los lectores, de orientar sus opiniones con el firme propósito de que puedan apreciar las corridas de toros tal y como considera la autora que es debido.
La intención está enunciada en el nombre mismo de la sección, “Farolazos”. El término, en algunos países de América Latina, como Costa Rica, Nicaragua y México, se utiliza para hacer referencia a la acción de tomar licor o aguardiente de un solo trago (Lojero Vega, 2022, p. 8); dentro del universo textual que se propone en las crónicas, se hace alusión a estos tragos, pues Pepe Faroles brinda en honor de las personas a las que habla directamente. El concepto también puede hacer referencia a “el farol”, una técnica del toreo, o ser entendida como “dar un golpe con un farol” (Lojero Vega, 2022, p. 8). Cosa que Pepe Faroles hizo figuradamente en repetidas ocasiones con palabras dirigidas a los aficionados, los toreros y los empresarios, pues no duda en dar “duros golpes […] sin medias tintas y con un sólido respaldo argumentativo” (Lojero Vega, 2022, p. 11). El apellido dado al nombre que Josefina Vicens eligió para firmar estos textos ya anticipa en sí mismo esta intención.
En las crónicas, la autora reconoce el talento de los toreros sobresalientes o de la excelente selección de los toros en tal o cual lidia, pero también se vuelve mordaz y no teme criticar severamente cuando lo realizado en el coso dista mucho de ser artístico. Es por ello que en los textos se encuentran aseveraciones como: “El toreo, el buen toreo, no se hace a base de intervenciones suicidas” (Vicens, 2022, p. 23) o “Salimos de la plaza, no con la impresión de haber asistido a ‘la más bella de las fiestas’, sino de haber leído, por obligación, un fatigoso Tratado de Tauromaquia, alternándolo con anécdotas de ‘circo, maroma y teatro’” (Vicens, 2022, p. 46).
Lo que intenta este discurso es hacer que en los lectores se quedara la imagen de las corridas de toros como una expresión de la belleza y de la valentía de los hombres, un arte. Se dirige a los aludidos directamente, ya sea al público cuando les recuerda que “[es] inhumano pedir que un torero esté bien todas las tardes [pues] hay mil factores, externos e internos, que lo hacen imposible […]. Si el público quiere ver lo mismo de siempre, que vaya al cine, no a la plaza de toros” (Vicens, 2022, p. 60); o a los toreros al reprocharles que “por ganar unos miles de pesos más, desempeñan trabajos para los que no tienen la menor capacidad” (Vicens, 2022, p. 85), como lo es el volverse actores.
En más de una ocasión, la escritora tabasqueña habló de la pasión que sentía por la fiesta taurina. Con esta misma pasión es con la que da cuenta de todo lo que conoce de las corridas de toros, no sólo habla de costos y personajes, también habla de técnicas; se detiene a elogiar a quienes, en su opinión, entienden lo que es el toreo; desdeña a quienes no se toman en serio su papel; anuncia los próximos eventos, anticipa la emoción. Algunos de estos aspectos pueden ser observados cuando, por ejemplo, habla del público mexicano, uno “apasionado, sentimental, arbitrario, infinitamente sensible y comprensivo en todas sus manifestaciones, generoso del aplauso para todo aquel que despierte su emoción, pero al mismo tiempo frío, duro, mordaz, implacable, para quien no ejecute el toreo en la única forma en que el mexicano lo comprende y lo siente: ¡como arte puro!” (Vicens, 2022, p. 112).
Esta última cita, más allá de hablar de los aficionados, da perfecta cuenta de las intenciones críticas de Josefina Vicens al momento de escribir las crónicas, pues lo que hace es analizar las actuaciones de los involucrados y juzgarlos a partir de la idea tan particular que tiene de las corridas de toros. Con sus opiniones no buscaba herir las susceptibilidades de los toreros, por ejemplo, sino hacerlos entender que lo que hacían era todo, menos torear, provocarlos.
El ethos es un resultado del análisis interno de los textos, mientras que la postura de autor rechaza la distinción entre lo interno y externo (Meizoz, 2014, p. 93). El ethos permite anticipar la postura, ésta se confirma en las apariciones públicas que el autor realiza, en las que se puede ver qué tanto pone en práctica de las actitudes ya presentadas en el discurso. Ello hace que no se pueda tomar toda la biografía del autor como un aspecto que sirva para confirmar la postura que adopta, sino únicamente aquellos datos que permitan contribuir a la creación de esa especie de fábula en la que los paralelismos discursivo-sociales se hacen presentes (Meizoz, 2016, p. 202).
En un primer momento se dijo que la voz, el tono, el ethos de las crónicas de Pepe Faroles es el de la provocación, lo que se puede entender en las actitudes tomadas por Josefina Vicens en el campo literario. Para empezar, es necesario mencionar que el periódico en el que publicaba las crónicas, Torerías, fue fundado por ella misma luego de que no le admitieran una crónica porque hablaba mal de un torero (1989, p. 125). Lo que da cuenta del tipo de textos que publicaba y que no dejaría de publicar, pues, para evitar la censura de los mismos, lo que hizo fue convertirse en la directora, productora y editora de su propio medio.
Vicens se describe a sí misma como una taurina tremenda y una luchadora social. En las actitudes que tomaba en ambos casos, ya sea defendiendo las corridas de toros y tratando de hacer que el calificativo de salvaje no fuera uno con el que se les identificara a participantes y aficionados, o luchando por el voto, por mejores condiciones para las mujeres en el campo o para los cineastas (1989, pp. 113-131), la autora actúa en consecuencia de esta misma provocación que se ve en las opiniones que vertía, quería causar algo entre la gente.
Si bien las posturas no aparecen de la nada, sino que son establecidas por autores anteriores, nadie ocupa una posición en el campo literario de la misma manera, el autor la singulariza para que alcance a representar justo lo que quiere que sea (Meizoz, 2016, p. 198). La incursión de Vicens en el periodismo se da en un momento en el que éste era ejercido por escritores y poetas, el uso del seudónimo también era una práctica bastante común entre los agremiados (Vicens, 1989, p. 125), aunque en el caso de la autora no atendía únicamente al apego a una tradición.
La reciente publicación de las crónicas llega en un momento en el que Josefina Vicens ya es reconocida como una figura consagrada en el mundo de las letras, lo que hace que estos textos no puedan leerse sin los conocimientos que de la autora se tienen en cuanto al resto de su producción literaria y de su vida. Es por ello que se decide nombrar a la manera en que singulariza su postura como la de “la conmoción”.
Para definir lo que es la verdadera noticia, en las crónicas Vicens escribe que ésta “es aquella que logra conmover. La conmoción puede ser de diversas índoles, júbilo, indignación, sorpresa. Lo importante es que apasione y que dé tema al margen para que todos hagan sus comentarios, para que susciten acaloradas discusiones y para que el ánimo de los lectores entre ‘en ebullición’” (2022, p. 105). Esta definición bien podría ser trasladada al proceso de escritura en general y no sólo al de la noticia.
Se considera que conmocionar es precisamente lo que la autora hace, ya sea con un tono provocativo que mueve a la controversia (como cronista), o con uno más íntimo que aborda cuestiones propias de la condición humana (como escritora de ficción). Como muestra de este aspecto, baste enunciar las palabras que utiliza para definir lo que para ella es la experiencia taurina y que puede ser tomado como lo que entiende también por la escritura:
Creo que es la única fiesta metafísica. Es el único espectáculo en donde la muerte es otro de los personajes. Al igual que los toreros y toda la cuadrilla, la muerte hace el paseíllo. Porque el torero sabe que entra vivo, pero no sabe si sale vivo. La muerte siempre está campeando en una plaza de toros. El torero que diga que no tiene miedo, miente; algunos de ellos, cuando están haciendo una buena faena, se apasionan y por un momento olvidan el miedo, pero éste es tremendo y constante. […] En la fiesta de toros el torero deja de ser un hombre y adquiere esa calidad de moribundo que es un poder, un ascendente metafísico, un toque de lo sagrado. (2022, p. 328).
Los escritores, como los toreros a los toros, se acercan con miedo a la página en blanco. Una vez que empiezan con lo que Vicens llamó una tortura, un masoquismo necesario, el deseo por continuar los lleva a seguir haciéndolo, se convierten en moribundos (1989, p. 134). La gran angustia del miedo a la muerte de la que habla en El libro vacío bien puede tener relación con el modo en que la autora concibe la muerte en la fiesta brava. Ese miedo a lo desconocido es algo que Vicens siguió desarrollando en sus obras, en ejercicios de otro tipo sí, pero siempre fiel a su intención de provocar.
Fuentes
Lojero Vega, N. (2022). Prólogo. En J. Vicens, Las crónicas de Pepe Faroles y otras escrituras. Fondo de Cultura Económica.
Maingueneau, D. (2016). El ethos: un articulador. En A. Pérez Fontdevilla & M. Torras Francés (Eds.), Los papeles del autor/a. Marcos teóricos sobre la autoría literaria (pp. 131-154). Arco Libros.
Meizoz, J. (2014). Aquello que le hacemos decir al silencio: postura, ethos, imagen de autor. En J. Zapata (Comp.), La invención del autor: nuevas aproximaciones al estudio sociológico y discursivo de la figura autorial (pp. 85- 96). Editorial Universidad de Antioquia.
———. (2016). ¿Qué entendemos por ‘postura’? En A. Pérez Fontdevilla & M. Torras Francés (Eds.), Los papeles del autor/a. Marcos teóricos sobre la autoría literaria (pp. 187-204). Arco Libros.
Vicens, J. (1989). Josefina Vicens. En G. Cano & V. Radkau, Ganando espacios, historias de vida: Guadalupe Zúñiga, Alura Flores y Josefina Vicens. Universidad Autónoma de México.
———. (2022). Las crónicas de Pepe Faroles y otras escrituras. Fondo de Cultura Económica.
Adolfo Quintanar (Zacatecas, 1995). Es Licenciado en Letras por la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ). Actualmente cursa la Maestría en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Guanajuato (UG).