TODO LO ANTIGUO SE AGOTA AHORA

POR MARCELA CHÁVEZ GUTIÉRREZ

BEBER hasta el hartazgo sin saciar la sed

No satisfacer aquello que nace de un gesto brumoso

y exige cuerpo lugar para acrecentarse,

alcanzar el tamaño de la presencia

que devoro en los lugares ocultos,

que conjuro

para reapropiarme de la voz volcada en un ser de brasas

consumido por su propia iridiscencia

como me consumo en cada trago

Cada trago me calcina

Beber hasta el desprendimiento

de lo que conforma la bruma

de las quemaduras inventadas

de la voz que nunca estuvo

de lo que no puede beberse

de lo único que queda

Beber hasta conjurar en cada trago

Y después cerrar los ojos dormir

para despertar el cansancio de otro sueño

EN TI escribieron cuentas,

demostraciones de problemas matemáticos

y palabras distraídas

Acogiste garabatos peludos de manos pequeñas

y líneas rectas trazadas por un neurótico

Has sido recipiente del poema más corto

o el verso intermedio de la composición más larga

Sabes perderte en las páginas de mis libros,

la tela oculta de las mochilas,

los bolsillos mojados de quien se encharca pensando

Por un destino terrible

siempre terminas rota,

desintegrada una vez que te han usado

Sólo puedo encontrarte

cuando ya te he exiliado de la memoria

y lo que expresas no me sirve

Ahora te miro,

arrumbada en el borde de mi mesa

Te usé para limpiar restos de leche y pan

EL VIENTO detuvo el murmullo

de palabras de tierra

para surcar con su frialdad mi herida ardiente

Todo lo antiguo se agota ahora

y mi propia ausencia

sabe a lodo escurriéndose por el suelo

como camino que despierta

en la superficie del aire

Marcela Chávez Gutiérrez (Ciudad de México, 2001). Egresada de Letras Hispánicas (UNAM). Apasionada de la lectura, escribe narrativa, poesía y ensayo; ocasionalmente hace fanzine. Le interesa la gestión cultural, las manifestaciones artísticas y las fugas creativas de la vida diaria. Actualmente es columnista en la revista Primera Página.