¿Qué es una bala? Y tú me lo preguntas cuando ahora mismo mi lengua sabe a plomo, a un óxido extrañamente añejo y mi mano cae sin sentido sobre una fría piedra. Ángeles que buscan mi fantasma al principio de un baldío, palas y dientes que escarban con el insomnio a cuestas, eso hace una bala en el centro del pecho. Y tú me lo preguntas con una cara repleta de espanto, casi vacía, pues la noche tiene un rumor de bala, agoniza lentamente entre los montes y los caminos, corre, se agacha, se esconde detrás de los muros, no tiene puertas de emergencia este temor. Quiero decir, los hombres como tu padre, soñadores hasta la médula, incansables combatientes contra la sombra, cuyos brazos reciben la gracia de la luz, ya no regresan a casa, sucede que un día un arma larga como un cuerno de chivo los silencia, aunque no lo parezca, los hunde en un sueño perpetuo, o bien, cantan bajo la luna llena, de tal manera que son invisibles ante el mundo. Quiero decir, los hombres como tu padre tienen en la boca un país de palabras adoloridas, conocen la sangre y la raíz de las almas, han visto de cerca el rostro húmedo de la muerte; saben que hoy, como ninguna otra criatura, no llegarán a casa, porque una bala, esa pequeña fiera reluciente, esa diminuta navaja área, ansiosa de probar la carne les perforó el nombre, pero tu padre, los hombres como él, hechos a partir del polvo y el barro etéreo no mueren del todo, no perecen en este tristísimo laberinto de cruces, sino se vuelven pájaros mudos, volando eternamente hacia el fin de la tarde.
Adrián Alejandro Arenas Córdova (Tabasco, 1993). Estudiante de la Lic. Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara; ha publicado en diversas revistas literarias como Pez Ciego, Página Salmón, Gaceta CUSur y Luvina Joven; ha ganado mención honorífica en los Juegos Florales de Zapotlán el Grande 2016 y 2022.