Villalba, S. (2022). La bestia ser. Tabaquería Libros.
Hay situaciones que llegan a su debido tiempo y otras nos encuentran de repente. No hay manera de estar preparados para todo mientras se conserva la calma esperando que ocurra algo asombroso. En la hora de la lengua castellana, la palabra poesía no puede evitar ser acompañada del Siglo de Oro. Entre el memorizar y colorear dentro de las líneas solo con uno de los tonos de la experiencia emocional humana: amor/desamor, vida/muerte, felicidad/tristeza, para muchos fue debut y despedida definitivos en la literatura; para otros, la mayor revelación que marcaría su destino y, en algunos pocos, germinaría con los años.
No hay tiempo suficiente para abarcar todo lo que existe, sin embargo, insistimos en intentarlo. Momento en el cual la frase: “Los accidentes no existen,” del Maestro Oogway en Kung Fu Panda, toma sentido, en especial con la poesía, como deja en entrevisto la escritora Susana Villalba (1957, Buenos Aires) en su libro La bestia ser (2022), resultado del apoyo de la beca de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation, merecedor del Primer Premio Nacional de Poesía 2019, Argentina, publicado ahora en Tabaquería Libros (México), en su colección “Saudade”, de poesía, bajo el cuidado editorial de Pat Sánchez Ponti y Mónica Jones Linazasoro.
Entre estrofas mínimas y sumamente concretas: “soy la memoria / de lo que no perdí / pero debo encontrar” (Villalba, 2022, p. 14); “al fin la noche / me alivia / de la responsabilidad / de la forma” (p. 32); “no creas que contemplar / no es estar / que estar no es hacer” (p. 46); “enamorarse es caer / y que parezca un vuelo” (p. 72), Susana pone en tensión el uso de tres tótems para ver el mundo: un árbol, un perro y una piedra. Detalles de fondo, guardianes de más de lo que se puede imaginar. Cada uno no sólo es una figura a examinar y exponer ante el lector, Susana también les da una voz con la cual nombrar, limitar sus propias visiones del mundo para hacerlas parte del nuestro.
Premisa suficiente con la que algunas posibles definiciones sobre poesía se vuelvan a alejar de nuestro alcance, replegándose en un estar sin hacerse notar necesariamente hasta que “…un instante / al que llaman mundo” (p. 114) llame de la única forma en que la poesía ha permitido que la rocen: una brisa ligera que pasa a través del cuerpo hasta mover las fibras más sensibles del espíritu. La poesía golpea y mientras observas cómo baja la mano, inocente, niega que no te ha hecho nada:
ni siquiera las piedras
tenemos una forma
que no sea otra
mañana
y las que fueron
de la piedra
hacia el pájaro
el tiempo es la forma (p. 73)
La estrategia de Susana no está en lo común de los tres tótems, sino en la manera aparentemente sencilla de evadir la presencia de cada uno: árbol, perro y piedra, nombres que aleja de sus esencias, dejando un espacio de iluminación disponible para que cualquiera tome su lugar, para que “se conmueva y a la vez se sorprenda”, como anota en su introducción Robin Myers a la edición de Tabaquería.
Con el desarrollo posmoderno del ecosistema literario (la proliferación de medios, soportes y temas), la estrecha relación entre leer y escribir se ha ido deslavando, creo, para bien. Quienes atienden al llamado de la escritura, en este momento tienen a su favor la oportunidad de incursionar tangencialmente en las sendas primordiales, encontrarse con microcaminos de su tiempo que eventualmente terminarán uniéndose a la gran línea, como destaca Villalba “…un estado / de conciencia / del azar / y la oportunidad / de la belleza (p. 107). La bestia ser es ese gran hallazgo para reencontrarnos con la poesía argentina, después de otros grandes tótems que iluminaron el mundo moderno.
Francisco Casado (CDMX, 1990). Arquitecto y escritor. Ha publicado en revistas digitales, Mención Honorífica del Premio Bruno Corona Petit (2020-2022). Autor de Para mirar los pasos (2021), Escrúpulos Editorial, Premio Don’t Read 2021 y la plaquette Flush (2023) del taller de imprenta Canciones Tristes. Books & Printing.