–Creo, si me permiten, que también viene a cuento lo siguiente: entre los ritos que hoy, domingo, son nuestro tema, existe uno que puede celebrarse en colectivo o de forma individual. Hablo de adorar a un dios que, si concede escucharnos, nos llevará ante su corte de entes misteriosos entre los que seremos objeto de ataques o deleites. De esa manera, este rito, si bien puede propiciar el abandono total del sueño, puede entrañar el acoso de conceptos y visiones más crueles y angustiantes que las sufridas al dormir. El don es la lucidez que, de pronto, nos aguijonea para iluminarnos el universo o para arrastrarnos por regiones interiores hasta entonces ocultas. Como verán, el rito nos vincula con un dios no menos implacable que todos los ya referidos. Que los ciegos o los descarnados. Un dios que, creo, si bien no ha empleado la revelación para dictar sus duras leyes, nos conviene adorar con escepticismo, convencido como estoy de que no hay búsqueda de placer que pueda dejarnos, quizás, todavía más inciertos y dolientes que al principio. Con esa reserva, acepto gozar de este derecho divino. De saber que, al menos por unos minutos, algo me obsequia una esplendente y peligrosa corona. Así interpreto yo, señores, el rito de beber café. Muchas gracias.
Miguel Ángel Sánchez Silva (Querétaro, 1988). Abogado. En 2016 obtuvo el segundo lugar en el Premio Municipal de Cuento de Querétaro «Ignacio Padilla». Fue incluido en la antología de narrativa CuatroCuatroDos: narradorxs queretanxs (Palíndroma, 2020), y en 2022 participó con algunos textos breves en la exposición de fotografía y narrativa Prosaico en el Estado de Querétaro.