EL DÍA QUE BARBA JACOB LLORÓ (POR GARCÍA LORCA) | POR ALBERTO BEJARANO

Personajes

Barba Jacob: Vestido con traje militar antiguo de soldado. De unos veinte años

Ricardo Arenales: Vestido de frac viejo. Puede ser hombre o mujer. Entre 50 y 60 años.

Main Ximenez: Vestido con harapos, tiene una caja de dientes que se quita y se pone antes de hablar. Puede ser hombre o mujer. Entre 30 y 40 años.

Una guitarrista: Vestida de gitana.

Escenografía

Cuatro mesas, cuatro palas y cuatro faroles. Un tambor que tocan alternativamente los personajes. Luces de cabaret se alternan entre rojas y amarillas. Fotos de Barba Jacob en formato postal se distribuyen en el público. Una pantalla y un proyector en el que por momentos se ven escenas de la película El moderno Sherlock Holmes de Buster Keaton.

Acto único

En una pantalla se proyecta la escena “Dream” de El moderno Sherlock Holmes de Buster Keaton. Sale Barba Jacob con un farol encendido y una pala. Cuando habla lo apaga y pone la pala en el piso.

BARBA JACOB: Contaré la historia de mi vida y una parte de la de ustedes. Contaré la vida y la muerte de García Lorca, pero sólo hablaré de mí. Hablaré de mi vida en La Habana. La que nunca tuve con él. Son tres cosas distintas pero terminan siendo lo mismo. Ustedes están sentados ahí, sólo para verme y escucharme y yo he venido a lo mismo. Y en La Habana hice lo mismo. Hubo un tiempo, era yo aún un niño errante, en que me llamaron Miguel Ángel Osorio. Pero ese ya murió. Murió con una República que se llamó Colombia por allá por un 9 de abril. Después vino un tal Ricardo Arenales.

Toca el tambor Arenales

RICARDO ARENALES: Déjenme advertirles desde ahora que no deben creer nada de lo que les digan los otros. Aquí el único poeta soy yo, que quede eso bien clarito desde el principio. Si hay otro poeta, famoso o por descubrir en esta sala, le voy a pedir respetuosamente, para evitarnos problemas, (y para evitarle un duelo con plumas de ganso a la salida) que se salga. El cajero le devolverá el dinero de la entrada si es que la ha pagado. 

Toca el tambor Main Ximenez

MAIN XIMENEZ: Ese Ricardo Arenales, como un personaje de Pirandello o de Pessoa, ese espectro insaciable que va de aquí para allá, recordándome mis versos y anunciándome la muerte, es un ser despreciable. Su voz me persigue sin descanso. ¿Lo ven? Ahí está. Me mira desde su no-vida. Oigan bien: no dije, desde la otra vida. Me mira desde su plácido trono de inmortalidad. Ahí está, ya viene de vuelta. Viene declamándole poemas al viento y al éter. Se cree El Poeta. Y aquí estoy yo. Prófugo pero cautivo. Poeta ambulante pero anclado en las aguas de Leteo. Escribidor por centavos pero altivo. Profanador de tumbas vivientes pero inmaculado. No olviden que aquí el único poeta soy yo.

 Se lima las uñas. Toca el tambor Barba Jacob

BARBA JACOB: Yo soy el que no es el otro, ése que acaban de oír con su lamentos tardíos y destartalados. Soy el que viene a hablarles sólo con poemas. Sin dedicarse a peroratas y discursos. 

Suspira. Toca el tambor Main

MAIN XIMENEZ: Pues yo siempre que abro la boca, lo hago para que brille el único diente que me queda. 

Abre la boca grande, se saca la caja de dientes

Y también para que de mis tripas salga poesía. Así de simple. No he venido para hacerlos reír. Tampoco para hacerlos llorar. No me verán sonreír. La poesía, mi poesía, no es para devotos de ningún archipiélago literario de almas danzantes e impunes. Quiero hablar también de la historia de un amor. Hablaré de un marino y de Federico García Lorca y de mí. Mejor hablaré sólo de mí. Soy uno de los últimos fareros del continente americano. Y he vivido. Aunque sí, conocí a Federico García Lorca una tarde que llovía en la Habana. Fue un año. De esos que ya no sé nombrar, un par de años antes de Granada. Lo vi a lo lejos, con su trajín y su traje de dandy andaluz. Pero Federico me vio y lo vio a él, al otro, primero. Me vio y no quiso sonreírme. Se quedó mirando mi diente de falsa ceniza y siguió de largo hacia su noche eterna. El marino me vio primero a mí. Yo vi primero a Federico.

Música, un minuto de guitarra estilo flamenco. Se arregla la corbata

RICARDO ARENALES: Me quedan grandes estas palabras. Ojalá estuviéramos todavía en el Hotel Inglaterra de La Habana, donde García Lorca hizo llover. Donde Lorca se llevó mi marino. Se lo llevó Federico. Pero no puedo escribir los versos más tristes esta noche. No lloro la muerte de Federico. Lloro por mis dientes. ¡¿Dónde están mis dientes?!

Main le pasa la caja de dientes. Con gesto de asco, Arenales la bota al piso sin decir nada

Por mi marino que se fue con Federico. Yo no creo en nada, en nada. La fe de uno no me basta. No me alcanza. Y aun si me alcanzara, tendría que dar las vueltas y aun así me quedaría algo que no querría. No encuentro versos para cantarle al poeta muerto. Además, quién me cantará a mí cuando muera. ¿Quién me escribirá un soliloquio? ¿A dónde van los poetas cuando mueren? ¿Se quedan? ¿En dónde se quedan? ¿Se quedan escribiendo todo lo que les quedó por escribir? ¿Los versos que se pudren con su cuerpo a dónde van? ¡Ay La Habana… Ay, Cuba, Ay, Santiago de Cuba… No volveré a Santiago de Cuba…!

Música: un minuto de improvisación de guitarra flamenca

MAIN XIMENEZ: Yo, como personaje de esta obra, me siento un poco limitado… si fuera el dramaturgo ya habría resuelto esta escena… ¿Te acuerdas de “La casa de Bernarda Alba” y del “Paseo de Buster Keaton”?… Sí, del “Paseo de Buster Keaton” sí me acuerdo… ¡Cómo olvidarlo!… Me acuerdo de algo… me lo regaló un hombre joven… hace muchos años en Nueva York…

Posa para una foto imaginaria

RICARDO ARENALES: Me acuerdo de esa parte que dice: “…quisiera ser un cisne. Pero no puedo, aunque quisiera. Porque ¿a dónde dejaría mi sombrero?, ¿dónde mi cuello de pajaritas y mi corbata de moaré? ¡Que desgracia…!”

En una pantalla se proyecta el fragmento de El moderno Sherlock Holmes de Buster Keaton, en el que Buster duerme al lado de un proyector

MAIN XIMENEZ: Sí señor, sí Federico… claro que me acuerdo de tu obra… y de ese papel que le diste a Buster Keaton… siempre me he preguntado si él supo que lo habías llevado al teatro…

En la pantalla se proyecta el fragmento de El moderno Sherlock Holmes de Buster Keaton, en el que Buster entra a la pantalla de una sala de cine

Pues si no lo sabes tú… mira que yo de teatro… vaya… poco y nada… Mira, Federico, yo ya estoy muy viejo para dar respuestas. Y además nunca me vi en los zapatos de Rilke, escribiendo “cartas a un joven poeta”… Tú me entiendes… (Tose)

BARBA JACOB: 

Saca una hoja del bolsillo de su saco 

Fui a La Habana. Su mar galano, soberbio, sonoro, opulento de ondas, opulento de olas, irisado de diamantes, insólito de fulgor, cada ola como un torso de mujer en floridez, cada efluvio como insinuación al deleite de engendrar en la gloria del día. Su mar latino me volvió místico. Me acuerdo que paseaba yo una noche desamparada por el Malecón, y ardía en tales fuegos y temblaba con tales zozobras, que volvía a Dios en mis entrañas. El acto contrito se me desvaneció como el rumor del mar de Cuba, y no quedó en mí sino una especie de ternura religiosa, un indeciso anhelo de paz en el regazo de una creencia, de una deidad, de una locura sublime del alma. Era que el señor estaba en mí mismo. Las flores de este puro sentimiento perfuman algunas de mis canciones más imperfectas.

 Tose dos veces

Soy un impostor, como buen colombiano. 

Mira al público

Déjenme hablar de mí mismo por una vez. Concédanme esa gracia. Yo, Porfirio Barba Jacob, bautizado en amores en un río con soldados de a pie por las quebradas de mi vieja patria que algunos todavía llaman acaloradamente y sin conciencia: Colombia. 

Toca el tambor Main, luego Arenales chifla

Como si ese suelo fuera el mismo que firmó heroicas eras en los sonidos de sus poetas. Como si quedara algo de una tierra que parió tantos poetas para luego lanzarlos al temporal, al naufragio, al olvido. Tantos suicidados de la sociedad: Obeso, Silva, Rendón y cuantos más. ¿Y yo? A mí me quedan unas horas aún para escribir mis últimos versos y luego mandarán mis cenizas en un avión comercial. Como una mercancía más que querrán instalar en el Panteón de los impávidos oficinistas de Bogotá y no en un Monte Parnaso selvático. En una Vorágine. Allí deberían mandarme si me quisieran. 

Con hipo

MAIN XIMENEZ: Creo que ustedes ya se van haciendo una idea de quien es ese Barba Jacob. Ustedes sabrán juzgarnos y decidir al final cual es el verdadero poeta en esta sala.

EN CORO LOS TRES: 

“Cordero tranquilo, cordero que paces
tu grama y ajustas tu ser a la eterna armonía:
hundiendo en el lodo las plantas fugaces
hui de mis campos feraces
un día…

Ruiseñor de la selva encantada
que preludias el orto abrileño:
a pesar de la fúnebre muerte, y la sombra, y la nada,
yo tuve el ensueño…
He vivido con alma, con sangre, con nervios, con músculos,
y voy al olvido…”

Con hipo

RICARDO ARENALES: Pensar que hubo un día en La Habana en el que… Sí, era yo. Yo, que vi por el litoral a mi marino. Y fui yo quien tuvo que ver cómo su marino se enamoraba de Federico. ¿Qué será hoy de mi Herbert, mi marino sueco? ¿Seguirá vagando fantasmagóricamente por las calles de La Habana, Prado arriba, Prado abajo? Yo digo que los cantores populares le cantan elegías. Y si no, quiero que nazca uno que le cante una canción en harapos. Que nazca ése que nos traerá días y flores y causas y azares. ¿Y mi elegía? ¿Quién de ustedes viene con mi elegía? Si no me traen una elegía, devuélvanse por donde vinieron. Usen mis versos, vístanse o desvístanse con ellos.

Posa para una foto imaginaria

CORO MAIN Y ARENALES: Ah, ¡La elegía…!

 Música: un minuto de guitarra flamenca. Bailan cada uno de manera distinta. Sollozan

BARBA JACOB:

No sé qué pensarán ustedes, pero yo he sentido que un aire raro ha invadido esta sala…traje unos versos… Déjenme probar suerte con estos versos…:

“Yo no sabía que el azul mañana,

es vago espectro del brumoso ayer;
que agitado por soplos de centurias
el corazón anhela arder, arder.
Siento su influjo, y su latencia, y cuando
quiere sus luminarias encender.
Pero la vida está llamando,
y ya no es hora de aprender…
Yo no sabía que la paz profunda
del afecto, los lirios del placer,
la magnolia de luz de la energía,
lleva en su blando seno la mujer.
Mi sien rendida en ese seno blando,
un hombre de verdad pudiera ser…
¡Pero la vida está acabando,
y ya no es hora de aprender!”

Solloza y se arrodilla. Arenales aplaude, Main chifla. Retoma el dictado de su poema

“…Pero antes no sabías
La realidad más honda de este mundo:
El odio, el triste odio de los hombres,
Que en ti señalar quiso
Por el acero horrible su victoria,
Con tu angustia postrera
Bajo la luz tranquila de Granada,
Distante entre cipreses y laureles,
Y entre tus propias gentes
Y por las mismas manos
Que un día servilmente te halagaran. 

Para el poeta la muerte es la victoria;
Un viento demoníaco le impulsa por la vida,
Y si una fuerza ciega
Sin comprensión de amor
Transforma por un crimen
A ti, cantor, en héroe,
Contempla en cambio, hermano,
Cómo entre la tristeza y el desdén
Un poder más magnánimo permite a tus amigos
En un rincón pudrirse libremente…”

Los otros aplauden

En una pantalla se proyecta el fragmento de “El moderno Sherlock Holmes” de Buster Keaton en el que Buster se despierta al lado de un proyector. Mirando por momentos el reloj en su mano

MAIN XIMENEZ:

…Esta vida. Esta vida llena de sortilegios fatuos y soliloquios para sordos. Por más que quiera gritar, ya nadie querrá escucharme. A ti sí te escuchaban, Federico. Y por eso te mataron, me dijo un día Cernuda, porque para el poeta la muerte es su victoria. A mí ni me escuchan ni me matan. ¿Por eso soy un derrotado? ¿Un paria de hora tardía? ¡No! Se apagará mi voz, pero no mis sones. Mi son del viento vivirá porque ese es su destino. No el mío. No importa. Me quedaré aquí, en México, con mis huesos, con mis dientes, con mis harapos y mis versos que algún día olvidarán todos ustedes. Yo, que he ido de revolución en revolución, siguiendo los ejércitos de caraduras y calaveras resplandecientes. Exiliado de todos los ismos, de todos los ismos y demás estornudos europeos, he salvado mi pellejo hasta de la gripa del 18.

Haciendo ejercicios de calentamiento. Barba Jacob toca el tambor

RICARDO ARENALES: Se me va haciendo tarde, y con tanto ruido no puedo concentrarme en mi trabajo. Estoy terminando una biografía. La gran biografía universal de todos los hombres. No la preparo por encargo. ¿Quién me pagaría por eso? Es la historia de cada uno de ustedes. La llamaré: Biografía mínima y liminar. No se preocupen, no daré nombres. Será una edición de bolsillo. Le robaré un título a un paseante. La llamaré: ¡Aurora!

Haciendo ejercicios de calentamiento

CORO LOS TRES:

“¡Aurora! ¡Aurora! hoy he advenido en medio de los hombres por la virtud de mi canto, que fija mi dolor y mi esperanza. Soy el príncipe fatuo de la rima: el príncipe llagado, pero fatuo, el príncipe ciego, pero fatuo… seré tema de conversación, de censura, de elogio inteligente para quienes lo lograrán comprender… seré errabundo… seré desmesurado… envejeceré en el noble ejercicio de la lira y en el amargo ejercicio de un trabajo sin idealidad… se me rechazará al fin de los periódicos… iré a los hospitales como Verlaine… después un viento… un viento… un viento… y en ese viento mi alarido”.

Fuma un tabaco

MAIN XIMENEZ: En lo que a mí concierne, mi papel se acaba aquí. Me quedo en México, y tú, Federico, estarás, como siempre, como hace cinco años, en Granada. Algún día vendrán por nosotros, por nuestros huesos. Los míos los querrán llevar a Colombia, a Bogotá o a Antioquia. A un mausoleo de “héroes de la patria”… Ja, a mí, al que nunca disparó un tiro. A mí, gran fornicador del universo en la Guerra de los Mil Días. Y a ti, ¿dónde te encontrarán? ¿Te encontrarán? Vagarán médicos y abogados de toga y lupa por los campos de Granada, hasta que aparezcan tus dientes. Los míos no tendrán que buscarlos.  

Música: un minuto de guitarra flamenca. Los tres se revuelcan en el piso lenta, catatónicamente

CORO LOS TRES: Ay Federico… ya sabes… la guerra… la muerte… el olvido… 

Ay Federico, ¿por qué te mataron…? Porque te mataron… Ay Federico…

Ay Federico, ¿por qué te mataron…? Porque te mataron… Ay Federico…

Ay Federico, ¿por qué te mataron…? Porque te mataron… Ay Federico…

Yo les diré por qué…

ARENALES: No hay nada del hombre antiguo en mí. Mi aeroplano veloz, triunfal sonoro, con motor de diamante, con hélice de oro… Algo queda… Hay días en que somos tan móviles, tan fértiles, tan sórdidos, tan placidos, tan lúbricos, tan lúgubres…

MAIN XIMENEZ:

Mi vaso lleno.

El vino del Anáhuac

Mi esfuerzo vano

Estéril mi pasión

Soy un perdido

Soy un marihuano

A beber

A danzar al son de mi canción…

Arenales sale del escenario

MAIN XIMENEZ: No me importa lo que digan de mí. Ya hay suficientes elegías para Federico y ni una sola para el marino perdido que trasnocha las aceras, suspirando por ti. ¡Ese marino es un farero, aunque nunca haya escrito nada, ha alumbrado tantos versos! Mi soliloquio se va agotando. Estoy cansado. Atrás van quedando mis penas ahogadas en un solo suspiro. Hay días en que somos tan lúgubres, como hoy. Pensando estoy en que es hora de levantarme de esta mesa, de esta noche, de esta vida, y desvestirme para la eternidad. No tengo que ponerme mis mejores paños, como si los tuviera, no tengo que ir a misa ni confesarme de nada. Pensando estoy…

Main sale del escenario

BARBA JACOB: Ya vienen por nosotros, al Hotel Inglaterra, al Sevilla, al Aida, al Jardín, al Esfinge, al Primavera, al Lupone, al Savoy, al Crisol, al San Francis, al Iturbide. Ya vienen por Juan sin Miedo, Juan sin Tierra, Juan Pedro Pablo, Main Ximenez, Ricardo Arenales, Miguel Ángel Osorio. Porfirio Barba Jacob… “Más se perdió en Cuba”… ¡Más se perdió en Cuba!

Barba Jacob sale del escenario

CORO LOS TRES: Federico… ¿Estás ahí? ¿A dónde te has ido?… 

¿Federico? ¿Federico?

¿Porfirio Barba Jacob?

¿Ricardo Arenales?

(Se apagan las luces)

¿A dónde se han ido todos? ¿Dónde están los poetas…?

Vivo, ¿a dónde irían sin nosotros?

TELÓN

Alberto Bejarano (Colombia, 1980). Doctor en Literatura y Filosofía por la Universidad París 8, especialista en la obra de Roberto Bolaño. Es profesor universitario en Colombia y lo ha sido en Brasil. Investigador en literatura comparada en el Instituto Caro y Cuervo. Poeta, cinéfilo, dramaturgo y radio-aficionado de palimpsestos.