PREÁMBULO
Sylvia Plath (1932-1963) fue una poeta, novelista y ensayista estadounidense, conocida por su intensa y a menudo sombría poesía, así como por su única novela, La campana de cristal (1963). Nacida en Boston, Plath estudió en la Universidad de Smith y en la Universidad de Cambridge. Su trabajo se caracteriza por una exploración profunda de temas como la identidad, la muerte y el sufrimiento personal, a menudo reflejando su propia lucha con la depresión. Plath murió a los 30 años por suicidio, y su legado literario ha sido aclamado por su intensidad emocional y su estilo innovador. Después de su muerte, Sylvia Plath recibió el Premio Pulitzer en la categoría de Poesía en 1982. Este reconocimiento se le otorgó póstumamente por su colección de poemas Ariel, libro del que proviene “Lady Lázaro”.
Lo he hecho de nuevo. Un año de cada diez lo intento. Un milagro cíclico deambulante, mi piel inmaculada como una lámpara Nazi, mi pie derecho un pisapapeles, mi cara sin ningún rasgo, fino lino judío. Desprende la servilleta, Oh mi enemigo. ¿Estoy aterrada? ¿La nariz, las fosas oculares, todos los dientes? El ácido hálito desvaneciéndose un día. Pronto. Pronto será mi hogar la carne carcomida por la sepultura. Sólo soy una mujer sonriente. Sólo tengo treinta años. Y como el gato, nueve intentos para morir. Esta es la numero tres. Una basura para aniquilar cada década en un millón de filamentos. La multitud observa y mastica maní, me desenvuelven de manos y pies— El gran striptease, Damas y Caballeros, Éstas son mis manos, mis rodillas, puedo ser piel y hueso, sin embargo, soy la misma, una mujer idéntica. La primera vez que sucedió tenía diez años. Fue un accidente. La segunda vez quise aguantar y no volver. Me encerré como una concha marina. Ellos tuvieron que llamar y llamar y arrancarme los gusanos como perlas pegajosas. Morir, es un arte, como todo lo demás. Lo hago extraordinariamente bien. Lo hago para que se sienta como el infierno. Lo hago para que se sienta real. Supongo, es una invocación. Es fácil hacerlo en una celda. Es fácil hacerlo y quedar estancada. Es tan dramático volver a medio día al mismo lugar, la misma cara, al mismo grito absurdo y bruto: “¡Un milagro!” Eso me desestabiliza. Hay que pagar por revisar mis heridas, hay que pagar por escuchar mi corazón— Realmente late. Y hay que pagar, una carga muy grande, por una palabra o un toque O un poco de sangre O una mecha de mi cabello o mi ropa. Sí, sí, Herr Doktor. Sí, Herr Enemigo. Yo soy tu Opus. Tu pieza más valiosa, un bebé de oro puro que se funde en un aullido. Yo retorno y ardo. No creas que subestimo tu inquietud. Ceniza, ceniza— Que tú pinchas y remueves. Carne, hueso, ya no hay nada de eso: Una pieza de jabón, un anillo de compromiso, un empaste de oro. Herr Dios, Herr Lucifer, Ten cuidado, Ten cuidado. Resurjo de la ceniza con mi cabello rojo y despellejo a los hombres como si fuesen aire.
Josshua Tenoch (Estado de México, 2002). Queer. Estudió Letras Hispánicas en la UAM Iztapalapa. Con poemas y traducciones publicados en revistas y bibliotecas digitales como Irradiación, Kametsa, Voces Encendidas, Blog Librópolis y Anarkademia. Junto a Sof Ramos y Río Mercedes, fundaron la colectiva y fanzine Miazma. Por puro placer, traductor de Emily Dickinson, Sylvia Plath y Anne Sexton. Tarotista y amante de lo esotérico. Es autorx de Vespertilio: Hoguera de reminiscencias (2024).