ANTE EL SILENCIO, ALZAR LA VOZ: «ELLAS HABLAN», DE MIRIAM TOEWS | POR ILIANA OLMEDO

Toews, M. (2021). Ellas hablan. Sexto Piso.

Ellas hablan, publicada en 2019 en inglés y traducida por Julia Osuna para la editorial Sexto Piso en 2021, comienza con un “Apunte sobre esta novela” en el que se establece la veracidad de los hechos narrados. Las mujeres de la comunidad de Molotschna, trasunto de Manitoba, en Bolivia, fueron drogadas con belladona y violadas mientras dormían de manera sistemática por un grupo de hombres de su mismo entorno. Al despertar, amoratadas y contritas, solían decirles que el demonio las visitaba por las noches. Se trataba del castigo a sus pecados. Cuando las mujeres, por una coincidencia azarosa, descubrieron la verdad y a los culpables, convocaron a una asamblea en la que deberían decidir qué hacer ante el ultraje. 

El concilio, que barajaba las posibilidades de acción de unas mujeres —que carecían de derecho de decisión en una sociedad fuertemente patriarcal—, es el germen de Ellas hablan, novela de la autora canadiense Miriam Toews. Ella misma nació en 1973 dentro de una comunidad menonita radicada en Canadá y la abandonó para emprender su propia vida, al margen de las reglas que esa estricta fe le imponía. 

En su vertiente más conservadora, los menonitas (cuyo nombre proviene de Menno Simons, un profeta que en el siglo XVI fundó su propio dogma como una rama anabaptista independiente, en rechazo a algunos postulados de la doctrina cristiana) tienen prohibido el uso de tecnología, se consideran conservadores en cuanto a la ropa y las costumbres, ni si quiera se permiten el uso de electricidad o automóviles, y viven en aislamiento para preservar su pureza. Debido a estos paradigmas, sufrieron varias persecuciones en su original Europa y migraron a distintas partes del mundo. De hecho, en el norte de México habita una importante y numerosa comunidad, como demostró Carlos Reygadas en su ya clásica película Luz silenciosa, que consiguió el premio del jurado en Cannes en 2007 y en la que participó la misma Miriam Toews en el papel de Esther.  

No hay sorpresas, estamos ante un caso judicial en el que las mujeres buscan justicia. Se eligen a dos familias para debatir, las Friesen y las Loewen argumentan y se preguntan acerca del destino de todas. Y su determinación final excusa a las mujeres que optaron por no hacer nada, ya que desde el momento en que deciden hablar, actúan: confrontan o se van. Esa parece ser la única libertad que pueden ejercer, su derecho a pensar. “Y es que pensar consiste en eso”, afirma Ona, una de las protagonistas y añade: “Y pensar es una de las cosas que queremos ser libres de hacer”. Y esta libertad para pensar, a pesar de sus obstáculos, ¿acaso no la queremos todos? ¿No debería ser uno de nuestros derechos más inalienables y caros?

Esta novela, que también cuenta con la magistral adaptación cinematográfica de la actriz y directora Sarah Polley de 2022 y que ganó el Óscar a mejor guion adaptado, pone en el centro de la discusión las posibilidades de enfrentarse a las reglas de un grupo mudo para alzar la voz. “Somos mujeres sin voz”, sentencia Ona en la página sesenta. Así, Toews plantea las tres opciones con las que las mujeres contaban. La primera, no hacer nada, la segunda, pelear y confrontar, y la última: irse. La disyuntiva de fondo es: ¿vengarse o perdonar a los hombres? ¿Y cómo elegir dentro de un contexto en que la fe señala que todo es voluntad de Dios, incluso el daño y el mal?

Como testigo de la discusión está August Epp, un joven que fue obligado a exiliarse de la comunidad por los pecados de sus padres —que consistían en compartir material intelectual, en su mayoría imágenes de obras de arte— y, tras conocer el mundo y sus sufrimientos, pide perdón y al volver a Molotschna se convierte en el profesor de los niños varones. Puesto que las mujeres son analfabetas, invitan a August a transcribir sus discusiones, que se convierten en las actas que el lector tiene entre sus manos. Si las mujeres no saben leer ni escribir, ¿cómo defenderse? Este narrador, que se pretende imparcial, participa en las sesiones e incluso anota y comenta lo que considera necesario para contextualizar lo que escucha. Su condición de foráneo y fuera de la ley le permite entender y sumergirse en los conflictos que atañen y ocupan a las mujeres. Su carácter opaco y tímido lo conduce a estados depresivos. Hacia el final de la novela, el personaje se transforma, ya que al convivir con las mujeres, descubre su sentido de existencia y abandona sus ánimos suicidas. “Las mujeres del pajar me han enseñado que la conciencia es resistencia, que la fe es acción, que se nos acaba el tiempo”.

La pequeña comunidad de Molotschna es una metáfora de la sociedad toda, con sus defectos y sus gracias. Tras leer esta novela queda la misma duda que preocupa a Epp, “¿dónde está el mal? ¿En el mundo exterior o en el mundo interior? En la superficie serena del mar Negro o en el río misterioso que pasa por debajo, que lo preserva todo, pero solo porque no hay aire, nada respira. No hay movimiento. No hay vida”. Y más adelante vuelven a brotar más preguntas, “¿Y de qué sirve estar vivo si no estás en el mundo?”  

Al final, las mujeres se marchan —no hay misterios ni secretos, el lector lo sabe desde el principio—, no porque quieran huir como las ratas —repiten varias veces este símil a lo largo de la novela—, sino porque así lo decidieron. Usaron su derecho a pensar y a concluir. Ignoran que hay más allá de su poblado, pocas han salido, nunca han visto un mapa. Incluso se arriesgan, el fuego las amenaza, les han dicho que en el norte hay un incendio, pero el sur no es una opción, ahí fueron los hombres. Los hombres que les fallaron, a quienes les piden que digan la verdad, y quienes también se encargan de escribir unas actas que ellas no pueden leer, ¿por qué? “El propósito era que yo actuara: actuar, actas, actos, vida”. Con estas palabras Toews nos recuerda, en esta novela, tan tierna como cruda, cuál es nuestro papel en la realidad: actuar, actas, actos, vida.

Iliana Olmedo (Ciudad de México, 1975). Investigadora y escritora. Doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. Premio Beatriz Espejo 2012 y Premio Internacional de Narrativa de la Feria Internacional del Palacio de Minería 2018. Autora de la novela Chernóbil (Siglo XXI Editores, 2018).