Acto único
Personas:
Ame
Milio
Un Celador
Una Recepcionista
Un Archivista
Un Colado
Don Cándido, conserje
Escena 1
Escenario de calle por la mañana, frente a la entrada de una estación de metro. AME y MILIO están a punto de entrar en la estación. Ambos visten semi-formalmente y llevan mochilas como cualquier oficinista. AME parece solo un poco más apresurada que MILIO; de pronto ella se detiene y él, al notarlo, también lo hace.
AME: Creo que deberíamos regresar al departamento.
MILIO: ¿Por qué? ¿Qué pasa?
AME: Tengo que ir al baño.
MILIO: ¿Te anda mucho?
AME: No tanto, pero no quiero arriesgarme.
MILIO: Volvamos, pues.
AME: Pero…
MILIO: ¿Qué?
AME: El agua…
MILIO: ¡Cierto, el agua! La cortaban hoy.
AME: Sí, cuando me peiné, justo antes de salirnos, ya no salía. Y avisaron que volverá hasta dentro de cinco días, por eso ya no quise entrar.
MILIO: (Pensativo.) Los baños del metro tampoco funcionan.
AME: No, hace mucho que no funcionan.
MILIO: ¿Volvemos entonces?
AME: Pero el agua…
MILIO: Cierto, el agua. (Breve pausa.) Rumbo a tu trabajo hay un supermercado, seguramente allí habrá baños públicos.
AME: ¿El Wholemart? Es cierto, está casi saliendo del metro.
MILIO: ¿Aguantas a llegar allá?
AME: Podría.
MILIO: Vamos entonces.
AME: No tienes que acompañarme hasta allá.
MILIO: No te dejaré sola así.
AME: Pero tu trabajo…
MILIO: Está bien, puedo llegar un poco tarde. Mi modélico jefe siempre lo hace, ni se dará cuenta. Seguro que llego antes que él de todos modos, y si no, ¿con qué cara podría reclamarme?
AME: ¿Seguro?
MILIO: Sí. ¿Tú estás segura de que aguantarás hasta el súper?
AME: Sí.
MILIO: Bueno. Vamos.
AME: Vamos.
AME y MILIO salen.
Escena 2
Fondo de un complejo comercial, solo, cercado con tablas, cintas y anuncios de clausurado por doquier. Arriba de la entrada principal, en la pared queda la silueta de un logotipo que dice “Wholemart”. Un CELADOR cuida la puerta del cercado. AME y MILIO entran sin reparar en el CELADOR, que escucha atentamente la conversación de la pareja.
MILIO: ¡Imposible! ¿Cuándo cerraron? ¿Cómo?
AME: No importa, vámonos.
MILIO: Quizá aún puedas entrar. (AME ve a MILIO con duda.) Ahí hay una tabla medio vencida, puedes escabullirte y yo te echo aguas.
AME: No seas ridículo, Milio.
MILIO: Es en serio y es lo que se me ocurre por ahora, ¿o tienes una mejor idea?
AME permanece en silencio, no ve a MILIO; empieza a brincotear manifestando su urgencia, aunque sin apuro excesivo.
MILIO: Perdona, Ame. Esta fue mi idea, pero lo solucionaré. (Breve pausa. El CELADOR se acerca a la pareja.) Mira, podríamos…
CELADOR: ¿La damita necesita un sanitario, joven? (Ninguno responde, ven con desconfianza al CELADOR.) No se asusten, jóvenes. Soy el celador de este negocio, bueno, de este negocio clausurado, ya lo ven, ahí lo dice bien claro. Pero trabajo hay, el mío, aunque la paga es… Bueno, pagan y ya. Fíjense que en la quincena pasada, de la nómina me…
MILIO: ¿Mencionó un sanitario, señor?
CELADOR: ¡Oh, sí, el sanitario para la damita! ¿Es su novia, joven? Se ve que hacen muy buena pareja. Yo tenía una pareja…
MILIO: El sanitario, señor. ¿Podría dejarla pasar al sanitario, por favor?
CELADOR: ¿Cuál? ¿Al del súper? No, joven, ahí ya no hay nada, es el puro cascarón. Lo van a demoler pasado mañana y antes lo desmantelaron. Se llevaron todo, hasta los retretes.
AME: (Musitando.) ¿Y dónde defeca usted, por dios?
CELADOR: ¿Perdón?
MILIO: Lo que ella quiso decir es que si le permite pasar a su baño, señor. Por favor.
CELADOR: Claro, claro. Pero mi baño no está aquí. ¡No, faltaba más! ¿Una caseta de plástico con retrete, de esas portátiles, solo para un celador? No, ese es demasiado gasto para una empresa en quiebra.
MILIO: (Con fuerza.) ¿Dónde está su baño entonces?
CELADOR: Está en el edificio de al lado, en ese de ahí. Sí, (Señalando.) justo ahí. Son oficinas de gobierno, sus baños son públicos y (Con alegría.) gratuitos. Y así es mejor, porque luego uno paga por usar un sanitario y bueno, jóvenes, la de historias que yo podría contarles sobre baños públicos…
MILIO: ¡Gracias!
MILIO toma de la mano a AME y salen abruptamente en dirección opuesta al CELADOR.
CELADOR: (Alzando la voz.) Sí, de nada, jóvenes. De nada.
El CELADOR sale.
Escena 3
AME y MILIO entran, atraviesan una recepción de arquitectura futurista, aunque vieja, descuidada. No se ve más gente que una RECEPCIONISTA que aguarda en el centro. Al fondo, se ven pasillos y escaleras fúnebres. AME brincotea con más urgencia.
MILIO: Buenos días. Disculpe, señorita, ¿podría decirnos…?
RECEPCIONISTA: Al fondo a la derecha.
AME: Gracias.
AME se adelanta siguiendo las indicaciones de la RECEPCIONISTA, quien sale en seguida.
Al centro del escenario se ponen unos peldaños con dos letreros de WC en los extremos.
MILIO: ¿Aún aguantas?
AME: Sí, no te preocupes.
MILIO: ¿Segura? (AME asienta con la cabeza.) Ok. Aguanta, ya casi llegamos. Mira, ahí hay un letrero de WC.
AME y MILIO suben las escaleras.
AME: ¿Ves el baño?
MILIO: No.
AME: Aquí no hay nada. Vámonos.
MILIO: Espera, ahí hay otro letrero.
Bajan las escaleras.
AME: Por aquí tampoco hay nada.
MILIO: Creo que subimos mal. Mira, el letrero está por allá.
Suben las escaleras.
AME: No veo nada.
MILIO: Allí hay otro letrero.
Bajan las escaleras.
AME: ¡Esto está vacío, Milio!
MILIO: Por allá, otro letrero. Y ahí veo a alguien. ¡Mira!
Suben las escaleras. Las luces caen. Vuelven a bajar.
AME: No veo nada.
MILIO: Ya casi llegamos. Aguanta.
AME: ¿Dónde estamos, Milio? Esto no está bien.
MILIO: Ya casi, Ame, ya casi. Aguanta.
Se oyen pasos sobre el agua. Las luces comienzan a encenderse. AME y MILIO llegan a la biblioteca del archivo de la oficina de gobierno. Tras un pequeño escritorio, un ARCHIVISTA lee un periódico sin alzar la vista. Al lado de los estantes hay una puerta con un letrero grande de WC.
MILIO: Disculpe, señor…
ARCHIVISTA: (Señalando hacia el baño y sin quitar la vista de su periódico.) Al fondo a la derecha.
MILIO: Gracias.
AME ve a MILIO a los ojos con duda y algo de temor, como esperando su aprobación, este se la otorga automáticamente afirmando con la cabeza. AME se apresura a la entrada del baño, pero justo a la mitad de su camino entra y se atraviesa un COLADO que, corriendo y con visible urgencia, entra primero al sanitario. Se oye el sonido del seguro de la puerta. AME y MILIO quedan confusos. El ARCHIVISTA no ha visto nada y sigue leyendo.
MILIO: (Molesto, al ARCHIVISTA.) Oiga, ¿pero qué no piensa hacer nada?
El ARCHIVISTA no contesta, solo alza la vista disgustado por tener que interrumpir su lectura.
MILIO: ¿Acaso no vio que ese gañán se le atravesó y encima cerró la puerta con seguro? (Señalando a AME.) Ella era la siguiente en pasar, usted mismo…
El ARCHIVISTA levanta un dedo en ademán de imponer silencio, pero no para callar a MILIO, sino para tratar de escuchar algo. MILIO quiere mostrarse más enfadado, pero el sonido del inodoro descargándose lo frena. Agua comienza a salir del cuarto de baño, el primero en percatarse es el ARCHIVISTA, tras cuya mirada las de AME y MILIO también se quedan suspensas al advertir el agua corriente. En breve, el COLADO sale del baño, aún urgido, sudoroso.
COLADO: (Al ARCHIVISTA.) El baño está tapado. Quise descargar la taza antes de sentarme, pero el agua subió y se desbordó. Por favor, por el amor de Dios, dígame dónde hay otro baño. Me urge, pero así… (Señala el agua corriente.) ¡Por favor, solo díganme dónde hay otro baño!
ARCHIVISTA: Este es el único baño que hay en toda la oficina.
COLADO: ¿Qué? No puede ser.
ARCHIVISTA: Sí, es el único baño que hay aquí, o al menos el único que conozco.
COLADO: Pero…
ARCHIVISTA: Si tanto le urge, hay unos baños públicos en el supermercado de aquí al lado.
COLADO: ¿Aquí al lado? (Apunta con el brazo a la derecha.)
ARCHIVISTA: Sí, aquí al lado, en el Wholemart. (Apunta con el brazo a la izquierda.)
El COLADO sale corriendo del escenario. MILIO espera unos segundos antes de hablar, para asegurarse de que el COLADO se ha ido completamente, como en venganza de que no oiga lo que va revelar. Mientras tanto, el ARCHIVISTA hace una breve llamada telefónica que no se alcanza a oír. Justo cuando cuelga, MILIO habla.
MILIO: Oiga, pero esos baños están cerrados. Todo el súper está cerrado, venimos de allá. ¿En verdad no hay otro sanitario en el edificio? ¡Por favor, nos urge, le urge! (Señala a AME, que brincotea con mayor urgencia.)
ARCHIVISTA: Lo siento, este es el único baño de la oficina que conozco.
MILIO: Pero no es posible, en este edificio deben haber otros sanitarios. Tiene como diez pisos o más.
ARCHIVISTA: Lo ignoro.
MILIO: Pero usted trabaja aquí, debe…
AME: (Al ARCHIVISTA.) En ese baño hay más de una taza, ¿verdad?
ARCHIVISTA: En efecto, señorita.
AME: Pues usaré una de esas. ¿Puedo? (Se aproxima a la puerta del sanitario. El agua aún corre.)
ARCHIVISTA: Lo siento, no puede. (Se interpone entre la puerta del sanitario y AME.)
AME: (Molesta.) ¿Por qué no?
ARCHIVISTA: No sería decente.
AME: A estas alturas, no me importa el agua puerca. Solo necesito entrar. En serio, déjeme pasar.
ARCHIVISTA: No se trata de eso, señorita. La cuestión es que no sería decente que yo la dejase entrar aquí porque el lugar ya no está bajo mi jurisdicción y, de lo contrario, estaría cometiendo una falta laboral.
AME: ¿A qué se refiere?
ARCHIVISTA: Me refiero a que apenas aquel pobre hombre salió corriendo de aquí, marqué a la oficina de mantenimiento para que vengan a arreglar este desastre. La queja ya fue asentada y el conserje viene en camino. Mi deber, mientras tanto, es mantener la escena del crimen intacta alejando a los curiosos.
AME: ¿Pero de qué habla? ¿Escena del crimen? ¿Se cree un policía cuando solo es un portero de inodoros?
MILIO: (Interrumpiendo al ARCHIVISTA, que está a punto de despotricar contra AME.) Señor, por favor, solo déjela entrar; en serio le urge. Además, ni que lo fueran a despedir por hacerlo. Su jefe lo comprenderá, esto es tan elemental que ni siquiera una falta laboral ameritaría. Mire, si se trata de dinero…
ARCHIVISTA: ¡No, no se trata de nada de eso! ¡Oh, ustedes los jóvenes creen que todo es tan fácil, que pueden burlar las reglas sin mayores reparos ni consecuencias! Pues no, jóvenes, no; sépanse que toda acción conlleva una reacción. Si alguien entra allí y se accidenta gravemente a causa del suelo mojado, ¿acaso no me culparán a mí por haberle permitido la entrada?, ¿y más cuando el problema ya ha sido reportado y es competencia de otro departamento?, ¿se imaginan ustedes la cantidad de papeleo que eso conllevaría?
MILIO: Por favor, no sea ridículo, este es un caso de urgencia, una simple urgencia fisiológica que bien merece una excepción.
ARCHIVISTA: ¿Una excepción? Ya les dije que las normas no están hechas para romperse cuando les conviene. ¡No, jóvenes! Para eso estoy yo aquí, para eso hay burócratas incluso a las puertas de un inodoro. La eficacia de una institución se mide por la estricta observancia de sus procedimientos y leyes.
MILIO: ¡Pero estamos hablando de una necesidad humana básica!
ARCHIVISTA: No importa. La finalidad de esta institución y de esta oficina no es atender las necesidades humanas básicas…
MILIO: ¡Pero es un baño!
ARCHIVISTA: (Sin querer escuchar a MILIO, alzando la voz.) …sino el mantener la estabilidad y el orden de los procesos administrativos. Si cedemos en una cosa, luego vendrán excepciones por todas partes y todo se volverá un caos. Los oficios no se redactarán, los permisos no se denegarán, las censuras no se derogarán, los edificios vencerán su peso y la sociedad moderna como la conocemos se caerá pedazo a pedazo, oficio a oficio… Y todo porque usted, señorita, no pudo contener su vejiga por un momento. Dígame, ¿acaso quiere provocar la extinción de nuestra sociedad? ¡No, yo, como centinela de este recinto sanitario, no me dejaré llevar por las excepciones ni por las necesidades fisiológicas! La ley es la ley, y usted no puede entrar en ese baño hasta que sea aprobado por la oficina de mantenimiento de esta institución.
MILIO: (A AME en voz baja.) Vámonos, no tiene caso. Está loco.
MILIO arrastra a AME hacia las escaleras para irse, pero justo cuando están por subir, DON CÁNDIDO entra por las escaleras, cortando el paso a la pareja.
Escena 4
DON CÁNDIDO: (A la pareja.) Buenos días. (Al ARCHIVISTA.) Buenos días. ¿Hubo un reporte de una fuga en un retrete de esta oficina?
ARCHIVISTA: ¡Don Cándido, buenos días!, ¡qué gusto verlo por acá, oiga! Sí, fíjese que tenemos una situación MO-A-19-36, nivel 3. La situación se agrava con la presencia de dos UF-67 un tanto intransigentes.
MILIO: (Molesto.) ¡Están hablando de nosotros!
DON CÁNDIDO: Claro que no, joven. La clave se refiere a usuarios externos colados, y ustedes se ven bastante bien alienados… quiero decir, bastante bien vestidos para ser usuarios externos. Son empleados, ¿no es así? Juraría que los he visto antes por los pasillos.
ARCHIVISTA: No, don Cándido. Ellos son los dos UF-67. Quería ser discreto.
DON CÁNDIDO: Disculpe usted, señor. Y disculpe también que no recuerde su nombre. No sé qué me pasa hoy. Pero, naturalmente, si desea levantar una queja en mi contra por falta de Team Bonding y compañerismo, le recuerdo que el oficio para hacerlo es el número Q-19-26. No confundir con el oficio Q-19-27 por negligencia de Team Bulding y productividad.
ARCHIVISTA: Gracias, don Cándido, pero dispense, no será necesario.
DON CÁNDIDO: Es usted muy amable.
ARCHIVISTA: Y usted, don Cándido.
DON CÁNDIDO: Muchas gracias.
ARCHIVISTA: Y a usted.
MILIO: ¡Por Dios, señores, por favor: el sanitario! Hay una emergencia aquí.
DON CÁNDIDO: (Al ARCHIVISTA.) Ahora veo a lo que se refería.
ARCHIVISTA: Sí, es increíble. Estos usuarios externos entran aquí y ya se creen dueños de todo solo porque esta es una institución gubernamental. ¿Puede creerlo, don Cándido?
DON CÁNDIDO: Increíble.
AME: (Gritando.) ¡Por favor, ya! (Tratando de calmarse, pero visiblemente en ascuas, sudando.) Necesito entrar al baño. Comprendo su celo burócrata, yo también soy una funcionaria, soy docente en una escuela de gobierno. Por favor, de un funcionario a otro, déjeme entrar a su baño o me haré aquí mismo en el piso.
ARCHIVISTA: (Tras una pausa.) Bueno, eso cambia las cosas. Si en verdad es usted una funcionaria gubernamental, creo que podemos ofrecerle una solución alternativa. No creo que este procedimiento se haya usado antes, pero estoy seguro de que existe. Llene el oficio Z-20-00 y envíelo por triplicado a su institución, recibiremos un permiso para usted que la validará temporalmente para actuar como operaria de esta oficina en libertad análoga con la del actual cargo que ostente en su dependencia. Así podrá usar el sanitario deslindando a terceros de cualquier responsabilidad atañente al suceso. El permiso debería otorgarse en un lapso de dos a tres días hábiles, aunque es probable que esto retrase las labores de reparación y mantenimiento del área, pero con toda seguridad aceleraría el proceso en general, como bien podría explicarle nuestro conserje, don Cándido, aquí presente.
AME: ¿Es en serio?
MILIO: Esta broma ya llegó muy lejos. (MILIO ase al ARCHIVISTA de la camisa.) ¡Usted, señor, va a dejarla entrar al baño ahora!
ARCHIVISTA: Por favor, suélteme.
DON CÁNDIDO: ¡Oiga, suéltelo!
MILIO: (En voz baja, amenazador.) ¿Le hace mucha gracia hacer esperar a las personas mientras se cagan en los pantalones, eh?
ARCHIVISTA: ¡Que me suelte le digo!
DON CÁNDIDO: ¡Apártese! ¡Ahora!
MILIO: ¡Oblígenme!
Mientras los tres hombres forcejean, AME aprovechará para escabullirse al baño, del cual no deja de salir agua. Sin embargo, DON CÁNDIDO se percata de AME y apresuradamente va a sacarla del sanitario apenas esta logra entrar.
DON CÁNDIDO: (Aún asiendo a AME de un brazo.) ¡El baño está cerrado, señorita!
AME: ¡No me toques, cabrón!
DON CÁNDIDO: Oiga, más respeto.
MILIO advierte el altercado entre DON CÁNDIDO y AME y se vuelve furiosa y rápidamente hacia ellos, empujando antes al ARCHIVISTA, que cae.
MILIO: ¡Suéltala, malnacido!
AME: ¡Milio!
DON CÁNDIDO: (Apartándose.) Cálmese, señor, yo solo hago mi traba…
ARCHIVISTA: (Levantándose, agarrándose un brazo como adolorido.) ¡Don Cándido, seguridad, rápido!
MILIO: (A AME.) ¿Estás bien?
AME no responde, mantiene la cabeza agachada, intentando no moverse por la urgencia.
ARCHIVISTA: ¡Don Cándido, seguridad, llame a seguridad! ¡Ahora! Mi brazo…
DON CÁNDIDO: ¿Tiene el oficio precautorio para llamar a seguridad, señor?
El ARCHIVISTA ve a DON CÁNDIDO con incredulidad, este le devuelve la mirada y sonríe levemente, como riendo para sí.
MILIO: No vale la pena. Vámonos, Ame. (Al ARCHIVISTA y DON CÁNDIDO.) ¡Quédense con su pinche baño!
La pareja sale, apoyándose AME en MILIO, pues apenas puede moverse a causa de su urgencia.
DON CÁNDIDO: (Señalando el brazo del ARCHIVISTA.) ¿Se encuentra bien?
ARCHIVISTA: (Sin dejar de sostener su brazo.) Creo que sí, no es nada.
DON CÁNDIDO: Si necesita asistencia médica, ya sabe que tiene que solicitarla en la oficina de recursos humanos con el oficio ISS-19-43.
ARCHIVISTA: ¡Bah! ¿Para qué, don Cándido? Ambos sabemos que me crecería otro brazo antes de que me otorgasen una cita para consulta.
DON CÁNDIDO: Sí…
ARCHIVISTA: (Regresa a sentarse tras su escritorio.) Estos jóvenes en serio son increíbles, no aguantan nada. Por tantito que los hice esperar se montaron en su macho. Si se hubieran esforzado un poquito más…
DON CÁNDIDO: ¿Qué acaso no le ofrecieron su… comisión?
ARCHIVISTA: Pues sí, pero solo una vez. Y ya sabe usted que así, a la primera, ni es decente ni conveniente… la comisión. Le digo, si se hubieran esforzado un poquito más, ahorita esa joven ya estaría en su aula dando clase tan fresca como una lechuga. Pero ya no hay constancia, ya no hay perseverancia; hoy en día los jóvenes todo lo quieren fácil y al instante, será por tanta cosa que ven en sus celulares o tablets o vaya usted a saber qué aparatejos infernales. En fin, por eso estamos como estamos.
DON CÁNDIDO: Sí. ¿Qué se le va hacer, no?
ARCHIVISTA: Pues sí… Pero bueno, don Cándido, dígame la verdad, ¿tardará mucho la reparación del retrete?
DON CÁNDIDO: ¡Uy, para qué le miento, compañero! Ya sabe cómo es esto.
ARCHIVISTA: Entonces…
DON CÁNDIDO: Yo creo que como en dos semanas.
ARCHIVISTA: (Incrédulo.) ¿De verdad?
DON CÁNDIDO: Bueno, siempre se pueden acelerar los procesos con una debida comisión.
ARCHIVISTA: Ni siquiera ha entrado a revisar el inodoro.
DON CÁNDIDO: No hace falta. Pero entremos, acompáñeme y le mostraré lo complejo del asunto, señor…
ARCHIVISTA: No hay cuidado. Entremos. (Ambos se aproximan al sanitario.) Por cierto, don Cándido, ¿el oficio sobre compañerismo era el Q-19-26 ó 27?
DON CÁNDIDO y el ARCHIVISTA salen.
Escena 5
Fondo de escaleras fúnebres y embrolladas. Al centro del escenario, los mismos peldaños con letreros de WC en los extremos. En uno de los peldaños de enmedio habrá heces humanas. MILIO y AME entran, ella aún apoyada en él, sudando, resoplando, realmente urgida. La pareja sube las escaleras sin advertir aún las heces.
AME: ¡Ya no aguanto, Milio! ¡Ya no!
MILIO: Espera, aguanta…
AME: ¡Ya no!
MILIO: (Asqueado.) ¿Qué es ese olor? (Advirtiendo las heces y soltando a AME.) ¿Qué… qué es eso?
AME: (Bajando un escalón para apartarse de MILIO.) ¡Milio!
MILIO: ¿Acaso es…?
AME: ¡Al carajo!
AME tira su mochila, se baja los pantalones, se pone de cuclillas y defeca en los peldaños. MILIO no lo advierte, asqueado por las otras heces.
MILIO: (Murmurando.) De seguro fue el que se nos coló, iba aún más urgido que tú, Ame… (Voltea y ve lo que hace AME; al cabo de un momento, retorna a darle la espalda.) Hiciste lo correcto, Ame, hiciste lo correcto.
Mientras las luces se apagan, AME se limpia y se sube los pantalones en silencio. Telón.
Rafael Alvazález (Ciudad de México, 1993). Es, entre otras cosas y además de millennial, escritor, diseñador y novohispanista. Maestro en Letras Mexicanas y doctorando en Letras por la UNAM. Ha publicado artículos académicos así como textos de creación literaria en revistas como Literatura Mexicana, Destiempos, Marabunta y Sombra del Aire. Recientemente publicó el libro de cuentos [Mal]viajes en el tiempo (México, 2022).