SOLEDAD | POR J. ALAN SOTO
Oigo latidos. Latidos tan fuertes como una banda de tambores, fuertes gruñidos comienzan a acompañarlos. Parece que todos los animales salvajes se unieron en mutua agonía. El piso tiembla por debajo de mí, pero mis pies siguen avanzando con firmeza entre el laberinto. Siento los oídos sangrar, sin embargo, entre más duele más calmado me […]
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