POR JACKELINE ROJAS A.
Correspondencia “Un hombre honesto no es ni francés, ni alemán, ni español, es un Ciudadano del Mundo, y su patria está en todas partes”. Hercule -Savinien de Cyrano Ayer le escribí a Cyrano de Bergerac, le pedí prestada la nariz. Me urge detectar a los insensibles. El sistema oxida corazones y el amor se esfuma. Tengo miedo. Mi olfato falla y mis oídos crean una barrera conveniente. No quiero volverme inclemente. Apesta, el hedor captura la ciudad. El sistema corrompe a los que no huelen. Ayer escribí a Cyrano de Bergerac, espero que no tarde en responderme porque las fosas se desbordan. Expiden un olor nauseabundo y los más puros visten de apatía. Es difícil mantenerse intacto cuando la basura traspasa los límites de la conciencia. Pocos se salvan. Algunos caen presos entre las rejas del poder, aunque la jaula apeste. Ayer Cyrano de Bergerac, me envió una epístola satirizando al poder secular. Filosofaba sobre la peste y la religión cuando una rama cayó sobre su cabeza. Los insensibles contaminan. He comenzado a cavar la salvación. Solté mi barca y aún sigo remando contracorriente.
Los olvidados de la Meduse La Meduse, presta a colonizar, zarpa con dientes afilados. África a la vista urge. Los muertos de Napoleón no esperan. Cargan la fragata, dictan sentencia Y los bancos de Arguin inician la conspiración: Dividen. Los elegidos evaden el adiós. Atrás los abandonadossueñan con una brújula Y el mar revuelto, sediento de carne, Traga. La máquina ensangrentada, no cesa de devorar: mastica cueros, la fetidez la consume. La máquina se vuelve caníbal. La noche es una trampa el día sexto. Cuerpos incinerados braman en el trópico de Cáncer. En la bruma, el Argus pretende vestirse de oro. Las olas vomitan cadáveres. París amordaza a los sobrevivientes y el alarido del océano atormenta a Gericault quien no controla un pincel insubordinado. La máquina no perdona, interpela. Remueve el sosiego de gobernantes y corta amarras. Despacio. Se ahoga ante las miradas de algunos tuertos.
La gran cena Los avestruces favorecidos discurren entre el buen vino y las sabanas de Kinshasa. El cristal de bacará a punto de estallar mientras la hija de Rubens arranca la piel de Asia. Parece que olvida. El país se desangra al igual que el vino, es una buena cosecha. Solo con los desechos del cobre podían limitar tanta miseria. La carne está en venta, que venga el mejor postor. La vid aún tiene uvas. La vendimia es una procesión internacional. Acuden sin invitación los reyes magos, hienas alemanas, belgas, norteamericanas. Una invasión de estorninos despedaza las ingenuas uvas. Destruyen, ansían exprimir el delicioso jugo. Los favorecidos no piensan en los sedientos. Salvajes. Carniceros silentes. El cordero insípido recibió elogios, y la mesa escucha la conversación. Amordazada. La ira crece en el tercer piso mientras el timbre de Stromae provoca un temblor en el gramófono.
Jackeline Rojas A. (La Habana, 1973). Narradora, poeta y dramaturga. Ganadora de una de las becas que concede a escritores la prestigiosa Asociación Can Serrat, en su convocatoria Summer-Fall 2022. Su poesía y narrativa ha sido publicada en antologías y revistas del mundo. Miembro del Laboratorio de Escrituras “Encrucijada” que dirige Elaine Vilar Madruga.