EN ESTE VALLE DE LÁGRIMAS | POR ERICK VÁZQUEZ

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia. Detestas ese nauseabundo olor a cigarro que contamina el dulce y triste aroma de las pocas flores y veladoras puestas ante el ataúd de tu nieta, tu pequeña Esperanza. Vida, dulzura y esperanza nuestra. Si fuera otra persona quien fuma le reclamarías, pero es tu patrón. Dios te salve. Él pagó casi todos los gastos del velorio, lo poco que tú aportaste fueron tres cosas: las lágrimas, a tu nieta y el vestido azul. 

Te encuentras parada junto al ataúd blanco de Esperancita. A ti clamamos. Sientes, detrás de ti, la presencia y mirada de todas las personas que han venido a darte el pésame, ya sabes cómo son estas cosas, para tu edad ya más de una vez has despedido a tus muertos. Los desterrados hijos de Eva. Ninguno había dolido como duele ella. La ves ahí, pálida, con la piel fría casi tan azul como el vestido que tiene puesto.  A ti suspiramos. Se le ve tan chulo.

Recuerdas todas las veces en las que, berrinchuda, te pidió ponérselo. Gimiendo y llorando. Pero siempre le dabas por respuesta “ya sabes que te lo compré para que lo estrenes el día del santo patrono, deja de andar chingando”. En este valle de lágrimas. Buena razón tenías para decirle que dejara de andar chingando. Te partiste el lomo trabajando para regalárselo. Ea, pues, Señora, abogada nuestra. Decidiste comprarlo únicamente para verla feliz con su vestidito nuevo, pero debía esperar. 

Esperó bastante bien. Vuelve a nosotros. Ahora lo está usando. Esos tus ojos misericordiosos.

¿A cuántas de tus personas no se había llevado ya la flaca para ese entonces? Pero así es la vida, lo sabías. Y después de este destierro. Tu esposo se mató con la misma pistola que ahora guardas en tu cajonera, por si se mete algún ladrón a robarte lo que ahora poco vale sin tu nieta. Muéstranos a Jesús. Tu única hija, al dar a luz. Fruto bendito de tu vientre. Ahora tu nieta. Bien sabías que la muerte no es piadosa, sólo esperabas, un poco egoísta, esta vez tú morir primero. No fue así. Tal vez esa sea la solución, morirte. Ya nadie llorará por ti. 

En el velorio nada más hay vecinos, un par de comadres, la señora encargada de rezarle a Esperancita, y los borrachos de cada velación jugando cartas y tomando aguardiente sin respeto alguno. Nadie quien dentro de unos meses o tal vez dentro de unos días tan siquiera te pregunte cómo estás. La muerte huye de ti. ¡Oh clemente! Sólo te visita para hacerte más miserable. ¡Oh piadosa! Es momento de no esperar a que te dé otro difunto, sino alcanzarla. ¡Oh dulce Virgen María!

Vuelves a ti. El olor a cigarro se ha dispersado, solamente logras percibir el aroma de las veladoras a punto de apagarse. Ya nadie se acerca a darte el pésame, es de madrugada, nadie más va a llegar. Ruega por nosotros. Se van de poco en poco a sus casas para dormir, sólo quedan los borrachos y las viejas chismosas.

Caminas a tu recámara esperando no haya nadie ahí. Mueves con tu mano la cortina que hace de puerta, entras. Encuentras un par de niños dormidos en tu cama, hijos de tu comadre. Santa madre de Dios. No los despiertas, caminas lento en dirección a tu cajonera. Abres el segundo cajón sin hacer ruido, buscas por debajo de la ropa el revólver de tu esposo. Lo encuentras al tacto. Revisas si le quedan balas. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro señor Jesucristo. Aún hay una con la que preparas el arma como te enseñó tu marido. Introduces el cañón en tu boca, sientes el frío sabor del acero. Apuntas hacia arriba, tan fácil que se ve en las películas cuando se vuelan los sesos. 

Si no mueres, mínimo quedas pendeja.

Dejas de pensar, sólo disparas. 

Amén.

Erick Vázquez (Naolinco, Veracruz, 2001). Estudiante de la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Veracruzana. En 2023 fue becario del 15º Curso de Creación Literaria para Jóvenes de la Fundación para las Letras Mexicanas. Cofundador del Colectivo Nähui, colectivo interdisciplinar y artístico enfocado en la promoción de la cultura en Naolinco, Veracruz. Es coordinador del Círculo de lectura Palabras a medias.