EL ESPACIO DE LA DANZA ES EL CUERPO

POR MARÍA ELENA SÁNCHEZ

“El espacio es, pues, considerado como condición de posibilidad de los fenómenos, no como una determinación dependiente de ellos (…) En consecuencia, tal representación no puede tomarse, mediante la experiencia de las relaciones del fenómeno externo, sino que esa misma experiencia externa es solo posible gracias a dicha representación” (Kant, 1978).

Para la danza, el estudio del espacio se manifiesta en una misma articulación que el estudio corporal; dibujando una línea de tránsito para el conocimiento de los mismos y sus agregados en el que al principio; el cuerpo, espacio y tiempo son uno mismo para luego ser separados en la figuración de cada uno dentro de la conciencia de cada intérprete o bailarín. 

El estudio del espacio como agregado a la danza permite una capacidad de imaginación y concepción del cuerpo en desplazamiento; indudablemente el movimiento apela a los puntos en los que la materia, siendo el cuerpo la misma, se desenvuelve por el mapa dibujado. Para una metodología de desarrollo, es pues necesario plantear el espacio como “condición de necesidad”, así como afirma Kant, una necesidad de encontrarse frente a las posibilidades y a la creación de las “partituras”.

El espacio como partitura del bailarín, aunque divorcia los nexos cuerpo-espacio (no completamente) en la creación, permea la posibilidad y delimitación, sobre todo coreográfica, del lenguaje espacial. En la simbología espacial que cada ser interpretativo va formando como suyo, se pueden evidenciar los patrones corporales que subyacen en la formación evolutiva de cada bailarín, a lo cual también podríamos referir a Jung y el estudio del inconsciente en este fenómeno. 

Más allá del nacimiento de la partitura, los referentes espaciales a los que se dirige, vienen dados en unas dimensiones que podría ser o no ser cartesianas, contener métodos diferentes, señales disruptivas en el otro o incluso apacibles. Plantearse más allá de lo que se ve en la periferia ¿Dónde se desenvuelve el bailarín?

La partitura espacial contiene ese espacio separado del cuerpo, es el mapa escénico lineal que deviene en coreográfico. El espacio puede intervenirse o él puede intervenir al cuerpo; bajo esas opciones se juega a invertir y delegar patrones. 

¿Qué propone el espacio? ¿Qué se propone en el espacio? El volumen, la forma, la profundidad, el imaginario; el espacio compuesto como uno solo o fragmentado en escenas, el espacio inmóvil o itinerante dentro de la misma disposición. En la infinidad de conjugaciones se permite disuadir al espacio del cuerpo, incluso necesario para el estudio específico y el descubrimiento del mismo como protagonista de la creación, sin embargo, a medida que el espacio se va fundiendo con el movimiento dancístico es imposible concebir al espacio fuera del cuerpo en sí, de hecho, el espacio de danzar es el cuerpo en sí mismo. 

Aristóteles consideraba al espacio como lugar (topos): “El límite interno que envuelve a un cuerpo”. La danza no vive sin cuerpo, el espacio en donde vive la danza es el cuerpo en sí; es a partir de él que se desarrolla la línea, el volumen, el trazo… “Para poner ciertas sensaciones en relación con algo exterior a mí (es decir, con algo que se halle en un lugar del espacio distinto del ocupado por mí) e, igualmente, para poder representármelas unas fuera (o al lado de la otra) y, por tanto no sólo como distintas, sino como situadas en lugares diferentes, debo presuponer de antemano la representación del espacio” (Kant 1978).

FUENTES

Herder Editorial S.L (2017) Espacio, Bibliografía sobe el concepto. Relación con autores. 

Barinaga, J. (2004) La Investigación Kantiana sobre el Espacio y el Tiempo. 

María Elena Sánchez Polanco (Falcón, Venezuela, 1999). Actualmente reside en la ciudad de Caracas y es estudiante del 6to semestre de la Licenciatura en Danza mención intérprete de danza contemporánea de la Universidad Nacional Experimental de las Artes. Es bailarina de la Compañía Nacional de Danza y directora de la Compañía Improdanzados.