POR CARLOS ENRIQUE SALDÍVAR
LOS PELIGROS DE LA NARCOLEPSIA
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí, desmayado con el dardo tranquilizante.
El hombre se dijo que fue peligroso ponerse a reposar, el enorme reptil podría despertar en cualquier momento y no podría llevárselo en la máquina del tiempo al presente. No podría obtener fama y fortuna, no conquistaría a la chica que le gustaba ni podría ser el presidente de esa inmensa compañía de estudios científicos, en la cual por ahora solo era un empleado; no lograría sorprender a su familia, la cual lo miraba con decepción debido a sus locos experimentos en el garaje. Deseaba que sus padres, hermanos y amigos lo quisieran más. Así sería, ya que había logrado a mayor proeza en la historia humana, solo tenía que llevar la prueba al mundo. Pero tenía un serio problema de narcolepsia. En esas reflexiones andaba cuando se volvió a dormir. El enorme animal también seguía dopado, no despertaría pronto. No obstante, otros dinosaurios carnívoros llegaron, comenzaron a rodear al humano y al reptil. Destruyeron la máquina del tiempo a mordiscos.
Cuando despertó, vio grandes dientes que se le acercaban.
SOLO EN EL DORMIR
Soñé que te hacía, con mi ternura y encanto, decirme: «te amo». Luego nos besábamos y hacíamos el amor. Pero nadie puede enterarse de lo que sueño, porque la policía del pensamiento ronda mis pasos, debido a que de vez en cuando tú y yo cruzamos miradas en la calle sin poder expresar lo que sentimos, dominados por este gobierno cruel que asesina nuestros sentimientos.
INVASIÓN TRANQUILA
Año 2025. La matanza continúa. Los aliens observan a los humanos eliminarse entre ellos. Los extraterrestres esperan reposados. En pocos meses tendrán un bello y habitable planeta sin hostiles para mudarse.
VISITA ÚNICA
El último soldado interplanetario vivo estaba sentado en la habitación de una casa en una región desierta de un mundo apto para los humanos, «apto» según lo que él tenía entendido.
De pronto llaman a la puerta…
Confuso, el hombre va a mirar.
Era alguien idéntico a él, aunque estaba desnudo. Aquel planeta, similar a la Tierra, tenía la cualidad de replicar cualquier organismo viviente que lo invadiera. El militar se alegró, pues ya no se encontraría solo, pero al mismo tiempo se sintió intimidado. Por desgracia, no imaginó lo que le iba a ocurrir dentro de pocos segundos. El nuevo ser, para poder desenvolverse en aquel globo debía primero devorar al organismo original. La réplica abrió su boca y mordió la descubierta garganta del desprevenido soldado. Luego de devorarlo por completo, se puso una de sus ropas y ocupó su lugar en aquella morada. Se dedicó hasta su muerte a leer libros y cómics de ciencia ficción, ver series terrícolas variadas, y consumir producciones artísticas de otros mundos, las cuales en realidad no disfrutaba. Cuando tenía sed, iba a los riachuelos que se hallaban cerca de su vivienda. Cuando tenía hambre, salía a cazar a las dóciles criaturas sin inteligencia que habitaban aquel extraño rincón del cosmos.
¿ESTE ES EL FUTURO?
La criogénesis resultó. Desperté en el siglo XXII. Mi piel azul y las ventosas que salían de mi cuerpo (un efecto secundario del experimento) no asustaron a nadie. No había nadie más en la Tierra. Busqué durante años; decidí seguir errabundo lo poco que me quedaba de vida.
Me hubiera gustado convertirme en un monstruo para ellos, para los que ya no están, pero ni eso. Por lo menos hay espejos. Los ubico al entrar en las casas, me es fácil limpiarlos y restaurarlos. Precisos reflejos que me permiten ver mi fealdad mientras lloro de frustración.
Carlos Enrique Saldívar Rosas (Lima, Perú, 1982). Es codirector de la revista El Muqui. Es administrador de la revista Babelicus. Publicó el relato El otro engendro (2012). Publicó los libros de cuentos Historias de ciencia ficción (2008, 2018), Horizontes de fantasía (2010), El otro engendro y algunos cuentos oscuros (2019), El viaje positrónico (en colaboración con Benjamín Román Abram, 2022). Compiló varias muestras literarias de su país, de géneros variados, tanto impresas como virtuales.