FICCIÓN ATÓMICA | SELECCIÓN DE ANDROS E. R. AGUILERA

Ficción atómica. Juan Carlos Gallegos (prólogo y selección), Palíndroma, 2020, 156 pp.

PREÁMBULO

Ficción atómica (Palíndroma 2020) es a la vez una cartografía y una radiografía de la minificción en México, pues compila una selección de autores representativos de diferentes generaciones y estados de la república, con menor o mayor consolidación en el campo literario, pero con el mismo buen pulso para el relato microscópico, a punto siempre de alcanzar la fisión nuclear con cada nueva lectura de sus páginas. Esta selección de nuestro comité editorial es, a lo mucho, una bomba racimo.

LOS KAFKA

La familia Kafka vive del negocio de fumigaciones que tan bien dirige el padre, un hombre rígido y autoritario que aterroriza a las tres hijas y a su mujer. Ella, en su octavo mes de embarazo, repudia tanto el mal carácter de su marido que cada noche sueña que, en vez de parir al ansiado varón, da a luz a un insecto gigante. 

Paola Tena (Chihuahua, 1980)

SINCRONICIDAD

Cuando concurrieron en el interior de Moby Dick, Geppeto atronó:

—¿Qué haces aquí, Jonás? ¡Ésta es mi minificción!

—¡Yo no soy Jonás; llamadme Ismael!

César Navarrete (Guerrero, 1981)

CARONTE

¡Uuuuy, jovenazo! ¿No traerá cambio?

Manuel Sauceverde (Oaxaca, 1979)

EXTINCIÓN DEL AMOR

Había hambre en toda la tierra y la gente buscaba alimentos desesperadamente. En cierto lugar se dieron cuenta de que, al sentirse cautivados por alguien, el ejército de Cupido aparecía con sus flechas, enamorándolos sin remedio. Aquellos ángeles eran gorditos, sabrosos y nutritivos. Comenzaron a perecer bajo los machetes y palos de los famélicos enamorados, quienes se saciaron hasta extingirlos por completo. Para cuando terminó la sequía, los sobrevivientes descubrieron con tristeza que ya no podían volver a amar. 

Edith Esquivel (Morelos, 1982)

IMAGINARIA

Las poquianchis viven en los terrenos baldíos, son jorobadas, greñudas, tienen barros en la cara, las uñas negras y comen basura. Con sus mocos tejen lianas que lanzan a las ramas de los árboles para trepar en las noches y robarse a las niñas como tú, dice mi primo Luis. Antes de dormir, con crayolas trazo una reja sobre la ventana que está junto al colorín. Luego me envuelvo en mi sarape para no escuchar sus uñas rechinar sobre el cristal. 

Amélie Olaiz (Guanajuato, 1956)