A MÍ EL FÚTBOL NO ME GUSTA

POR JULIO VILLALVA

Mi abuela María, mientras cocinaba, solía contarme refranes. Algunos de ellos los recuerdo como aquel que reza: donde hubo mole, tortillas quedan, o el emotivo refrán que popularizó Tita1: solo las cazuelas saben los hervores de su caldo. El que aquí nos viene como anillo al dedo es: el agua clara y el chocolate espeso. Así que para no andar con rodeos: a mí el fútbol no me gusta.

No es el fútbol en tanto deporte lo que me disgusta, sino la bola de fanáticos que hacen de éste su pretexto para desfogarse de cualquier manera, como si en ello les fuera su masculinidad. Me incomoda que sea un deporte tan macho, que mueva una esperpéntica cantidad de dinero y que al grito de ¡Gooool! se exalten los ánimos para solazarse humillando al contrincante. Galeano nos dice: “La omnipotencia del domingo conjura la vida obediente del resto de la semana, la cama sin deseo, el empleo sin vocación o el ningún empleo: liberado por un día el fanático tiene mucho que vengar” (Galeano, 1995, p.8). Esto me genera incomodidad, porque en el fondo y detrás del panem et circenses, se trata de modelar de manera tácita roles y códigos de comportamiento. Así que no oculto que me molestan los rituales que la heteronorma exige como pleitesía. Afortunadamente con el tiempo las cosas van cambiando y ciertas estructuras (hegemónicas) han tenido que ceder, al punto de que actualmente ni el fútbol, ni la testosterona, se pueden considerar patrimonio exclusivo de lo masculino. En los años setenta, en México, la patrimonialización del balompié se puso en entredicho. El segundo Campeonato Mundial de Fútbol Femenil irrumpió en la esfera nacional cimbrando la estructura dominante. Ni tardos, ni perezosos, se desaprobó «gusto» y «afición», pues al ser mujeres las protagonistas, los que se creían dueños del deporte argumentaron que no era propio de su naturaleza femenina “arrearse a las patadas”. Así se las gastó la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), y la Federación Mexicana de Futbol (FMF), prohibiendo organizar el segundo Campeonato Mundial de Futbol Femenil (1971), so pena de sanción. El argumento del que tiraron para negarse a reconocer el mismo, fue la idea de que, si a las mujeres le gustaba un deporte “viril y rudo”, igual corrían con la “mala suerte” de convertirse en “marimachas” (Santillán, 2010, p.11), o de lastimarse y no poder ser en un futuro madres, pues todas las jugadoras —bajo la visión patriarcal y heteronormada— estaban en época casadera. Así la misoginia en los tiempos del señor Presidente Luis Echeverría.

Sin embargo, según refiere Elsey, B. y Nadel, J. (2021), gracias a la Confederación Deportiva Mexicana (CODEME) y a distintas ligas femeninas, que formaron la Federación Mexicana de Futbol Femenil, fue posible su realización. El primer campeonato se realizó en Italia en 1970, con la presencia de Italia, Inglaterra, Dinamarca, Austria, Suiza, Francia, y México (quedando en tercer lugar). Al año siguiente (1971), México sería sede para el segundo campeonato, con la participación de las selecciones de México, Francia, Argentina, Italia y Dinamarca. Se jugó tanto en el Estadio Jalisco, como en el Coloso de Santa Úrsula (Estadio Azteca). El torneo se denominó “Copa Rimmel” (para no llamarnos a engaño), y la mascota fue «Xóchitl» (el dibujo de una jugadora sosteniendo un balón). Pese a la falta de apoyo por parte de las H. Autoridades, el campeonato salió adelante. Sin embargo, un porcentaje alto del público masculino se sintió violentado al ver a aquellas “damas” (así las llamaban, en ese falso despliegue de caballerosidad decimonónica), “profanando” su deporte, y como los gatos machos hicieron cuanto les fue posible por marcar territorio y reafirmar su hombría: “La jugadora danesa Lis Lene Nelsen notó la sexualización a la que se sometía a las futbolistas en México, pues se quejó de los silbidos lascivos que los asistentes varones les dirigían a ella y a sus compañeras durante los entrenamientos” (Espinoza T., 2016, p. 41). Los periódicos: Excélsior, El Día, Esto, El Heraldo de México, y el Ovaciones (con su flagrante página trés), se volcaron en el boom del futbol femenil y cada cual, siguiendo su línea editorial, narró cada encuentro con ese tufo a macho queriendo ser cuando no ingenioso, sí chistoso. Los caricaturistas se despacharon a gusto hipersexualizando en las ilustraciones a las jugadoras. En ambos casos, se mostró esa visión chata y complaciente del Club de Toby.

Carmen Salinas —actriz y diputada—, escribió durante la efervescencia del fútbol femenil una columna: “Fútbol en Hot Pants”, en el periódico Esto. En dicha columna no solo dio seguimiento a cada partido, apoyando a sus compañeras pamboleras, sino que también puso en su lugar a mucho pasado de rosca:

[…] cuando algún «gracioso» se burlaba del partido, las mujeres le recordaban que las jugadoras mexicanas se estaban enfrentando a lo mejor del mundo, añadiendo que las seleccionadas ya habían conquistado un tercer lugar en el campeonato de Italia, a diferencia de las consecutivas derrotas del equipo nacional varonil (Espinoza, p. 33)

El campeonato fue patrocinado por el emporio italiano Martini & Rossi, Carta Blanca, Lagg´s y Dietafiel. “Se fabricaron insignias, camisetas, bolsos, muñecas, revistas y programas para vender, y muchos artículos mostraban la mascota del torneo: Xóchitl” (Wilson, B., 2018). Hubo un poderoso despliegue comercial y logístico. Los medios de comunicación (televisión, radio y prensa) cubrieron a detalle el acontecimiento. La asistencia que hubo en el partido México vs Dinamarca impuso un récord: 110.000 entradas vendidas (a la fecha no ha podido ser superado). El torneo tuvo seis partidos de fase regular y cuatro de fase final. Las expectativas al respecto rebasaron lo que en un principio se auguró, y la cantidad de dinero que se produjo —gracias al merchandising, corte de entradas, derechos de imagen, concesiones, anuncios y patrocinios—, favoreció a todos los del Comité Organizador menos a las jugadoras de la Selección, quienes nunca vieron ni un peso como retribución a su esfuerzo. Pese a que éstas, llegadas a la Final, presionaron solicitando un mínimo de ayuda, el Comité Organizador se desentendió bajo la premisa de que eran amateurs, y jugaban literalmente por la camiseta. Como señala Elsey, B. y Nadel, J. (2021), lo violento del asunto es que, si bien les apasionaba jugar futbol, el esfuerzo que representó para cada una de ellas postergar estudios, familia, trabajo, y sumar horas de entrenamiento, giras y eventos, nunca fue valorado. La mayoría de las jugadoras eran trabajadoras y proveedoras de sus familias que se vieron en una situación de maltrato, explotación y lucro. Se les exigió jugar mientras que los organizadores hacían caja.

La situación en la que se encontró la Selección Femenil de Futbol frente al Comité Organizador fue de total desventaja y abuso, y pese a ello, el equipo optó por seguir adelante pues sentían un compromiso con la afición. La situación se ventiló por diferentes medios de comunicación y el Comité Organizador tuvo que salir a la palestra. Incómodos, y con esa displicencia con la que el sistema heteropatriarcal dirime sus diferencias, el comité les dijo: “Mira Bartola, ahí te dejo [500] pesos, pagas la renta, el teléfono y la luz” (Flores Chava, 1995). De cara al público se mostraron obsequiosos, y les regalaron cajas de tocador, perfumes, y hasta una recámara (por aquello de recordarles su rol y designio). El equipo replicó que en lugar de regalos preferían una compensación en efectivo ya que era lo que necesitaban sus familias. De hecho, Carmen Salinas amonestó repetidas veces en su columna al Comité Organizador para que se tomara en serio la precariedad del equipo y sus peticiones.

Ante la omisión y el ninguneo, la actriz convocó al gremio del espectáculo para solidarizarse con la Selección de Fútbol Femenil. Se acordó que el 11 de septiembre se realizaría un partido de exhibición entre «Actrices» vs «Cantantes», previo al partido amistoso entre México y Argentina. Las entradas se sumarían a los beneficios del corte de caja, y se les daría a las familias de las jugadoras. Regina Torné por su parte, indignada por la situación inició una colecta de dinero convocando a diferentes sectores. De su bolsillo sacó los primeros cinco mil pesos, y por las gradas se realizó una coperacha entre la afición. De este episodio hay poca información, y es importante subrayar la solidaridad manifiesta entre las actrices y las cantantes en apoyo a la Selección de Fútbol Femenil, pero, sobre todo, por la sororidad construida en aquel momento y en aquellos años. En aquel encuentro donde «Actrices» vs «Cantantes» se echaron su “cascarita”, mi padre fue el entrenador y el árbitro principal del partido. Era forofo del balompié, seguidor del Necaxa, aficionado al fútbol llanero, y entrenador del equipo de fútbol femenil Las Politas del Barrio, con el que ganó muchas copas.

El año pasado (2021) fui a visitarlo, y orgulloso me presumía su cédula de Entrenador Profesional de la Federación Mexicana de Futbol (FMF). Entre otras cosas, me contó que cuando era joven le gustaba ir a los salones de baile. Tomaba el tranvía en la Escandón y viajaba por el Eje Central Lázaro Cárdenas hasta llegar al Smyrna Dancing Club. Este club antes de ser salón de baile fue el Convento de San Jerónimo, donde Sor Juana Inés de la Cruz pasó gran parte de su vida. Actualmente es la Universidad del Claustro de Sor Juana. Revisando el dato, caí en la cuenta de que mi padre bailó en ese lugar, y mi hermano realizó ahí su carrera. Casualidades del destino. Los últimos días que estuve con mi progenitor, escuché como le decía a mi madre cuan enamorado estaba de ella, y canturrear. Le gustaba el programa de Rodrigo de la Cadena: “Noches, Boleros y Son”, y se sentaba con devoción a escucharlo. Recordaba con cariño sus años de entrenador, y casi al final de su trayectoria vital, la vida le permitió echarse un partidito de balompié con Toñito (su bisnieto). El covid le metió un gol, y a los pocos días (el 5 de septiembre) le sacaron la tarjeta roja ¡Vaya putada! En esa visita nunca imaginé verme sentado en las gradas, maledicente y consternado, rompiendo en llanto. Entre sus cosas encontré esta foto cuyo autor desconozco. Es un registro inédito de algún entrenamiento en vísperas de aquel partido, donde las actrices y las cantantes respaldaron a la Selección Mexicana de Fútbol Femenil2 en un gesto para dignificar el esfuerzo que estaban haciendo aquellas mujeres en el ámbito deportivo.

Las actrices que posan, de izquierda a derecha son: Graciela Doring, Verónica Castro, Virma González, María Eugenia San Martín, e Irlanda Mora3. El de atrás es Victor Villalva, mi padre, que en aquel partido del 11 de septiembre de 1971, haciendo caso omiso de la recomendación del FMF (de no apoyar el campeonato), se sumó solidariamente a la causa de recaudar fondos para el equipo, que en aquellos años representaba lo mejor del deporte del balompié femenino mexicano. Porque a él, el fútbol sí le gustaba.

NOTAS

1 Protagonista de la novela Como agua para chocolate, de Laura Esquivel.

2 La escuadra deportiva de la Selección Femenil de Fútbol estaba conformada por: María Eugenia “la Peque” Rubio, Patricia Hernández, María Hernández, Silvia Zaragoza, Eréndira Rangel, Yolanda Ramírez, Berta Orduña, Martha Coronado, Lourdes de la Rosa. Paula Pérez, Sandra Tapia, María de la Luz Cruz, Elsa Huerta, Elvira Aracén, Irma Chávez, Guadalupe “Capi” Tovar, y Alicia “Pele” Vargas.

3 Agradezco la valiosa aportación de Marcelino Herrera quien me ayudó a identificar a las actrices que aparecen en la fotografía.

FUENTES

Elsey, B. y Nadel, J. (2021). Futbolera:Historia de la mujer y el deporte en América Latina. Ediciones UC.

Espinosa Tavares, M. L. (2016). Género y cultura de masas en el proceso de modernización de México en la década de 1970: El II Campeonato Mundial de Futbol Femenil (1971) y el Concurso de Belleza Miss Universo (1978) [tesis de maestría. El Colegio de México]. Repositorio.colmex.mx.

Flores, S. (1995). “La Bartola”. En Chava Flores. 15 éxitos. Discos Coro.

Galeano, E. (1995). El fútbol a sol y sombra. Siglo XXI.

Santillán Esqueda, M. y Gantús, F. (2010). Futbol femenil en México, una percepción de género a través de la prensa al inicio de los años setenta. Esporte e Sociedade. No. 15. Sociología. Río de Janeiro.

Wilson, B. (2018, 10 de diciembre). La poco conocida historia del Mundial México 1971, cuando el fútbol femenino alcanzó la gloria. BBC News. https://www.bbc.com/mundo/deportes-46511960

Julio Villalva (Ciudad de México). Coautor del libro Yol-Izma: la danzarina de las leyendas (1997). Colaboraciones: Claudia (1988). Ángulos (1994 y 1995). Straversa (2021 y 2022). Espejo Humeante Revista (2022). Revista Phantasma (2022). Cósmica Fanzine (2022). Pérgola de Humo (2022). Revista Ouroboros (2022). Actualmente doctorando en Investigación y Creación en Arte,en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Bilbao.