POR DANIELA MORALES SÁNCHEZ
Farabeuf o la crónica de un instante (1965) de Salvador Elizondo, es una novela que deja más preguntas que respuestas. Por medio del análisis científico del instante que intenta recordar la otrora protagonista, cuya mente parece ser afectada por algún trastorno de la memoria como Alzheimer, Elizondo pareciera reflexionar sobre la banalidad del mal y la deshumanización de la violencia, consecuencia de la crisis de la modernidad. Por ello se parte de la siguiente pregunta, ¿Es banal, entonces, el Dr. Farabeuf? ¿Es que no hay mal en la acción que transcurre en la realidad de la novela al ser un acto de amor?
De manera similar a la novela, se partirá de la hipótesis de que, sí, el Dr. Farabeuf ha convertido toda su práctica, a pesar del alto nivel de estudio que ésta requiere, en un acto banal. Un acto cualquiera que por más que se le quiera retratar como un ritual, la descripción detallada y técnica de los procedimientos culmina en la des-sensibilización del lector ante la violencia que dicho procedimiento implica. La consecuencia es que, al final de la novela, la experiencia como lector es más terrorífica por el trasfondo emocional que tiene el amor retorcido que expresa el hombre ante la mujer que se someterá al procedimiento, que el procedimiento mismo. ¿Hay mal en la acción del hombre que, en el afán de que la mujer recupere su memoria, terminará por matarla en un suplicio aparentemente eterno?
El mismo hecho de que el hombre considere que tal procedimiento será efectivo, y que es algo que puede imponer sobre la mujer en un intento retorcido de ayudarla, es un aspecto interesante. Ese hombre sin nombre ha sido también afectado por la banalidad del mal al que la humanidad ha sido expuesta, pues en su locura e insensibilidad, considera que el sufrimiento al que se expondrá la mujer es un precio justo a pagar por la obtención de la respuesta a una pregunta innombrable que domina la novela. El sin fin de justificaciones que se dan a lo largo del texto, sea por medio del uso de cuestionarios de diagnóstico psiquiátrico, por explicaciones largas y tediosas de actos inherentemente violentos al tratarse del despedazamiento de la carne -que en este texto pareciera, es lo que nos ata a la tierra y nos hace humanos en nuestra totalidad-, indican una búsqueda sin fin de una raison d’être por la cual ese acto de destrozo del cuerpo humano es necesario, como intentando comprender la realidad de la humanidad misma por medio de su de-construcción simbólica por medio del arte del Leng Tch’e. La reducción del cuerpo humano, habitáculo del alma, a un mero objeto sujeto de morbo a través del Teatro Instantáneo del Maestro Farabeuf.
La teatralidad del asunto levanta la pregunta respecto a la manera en que la humanidad aprendió a observar y a ejercer el mal en la vida real. En una época post-Holocausto donde las ideas de Arendt causaron revuelo, el trabajo de Elizondo reverbera con una idea en particular que postulaba Arendt: la idea de la irreflexibilidad (Burdon et al., 2014). Si se compara el comportamiento del Dr. Farabeuf con el de Eichmann, podemos observar a dos hombres que por medio de esta actitud de irreflexibilidad cometen atrocidades. La diferencia principal yace en el hecho de que las motivaciones de Eichmann eran banales de acuerdo con Arendt, buscando un ascenso dentro de la máquina militar y política nazi en lugar de la exterminación de los nazis a partir de un odio pasional hacia ellos. Las acciones de Farabeuf, en cambio, para él y sus clientes, tiene significado. Ese significado no revierte el hecho de que al final, sus acciones se relatan como si todo el tiempo siguiera un instructivo divino heredado de los chinos, incapaz de cuestionar la moralidad de sus acciones o las consecuencias de las mismas. Las descripciones de Elizondo muestran el resultado de la burocratización de la maldad por medio de la frialdad con la que se describe el procedimiento del Lang T’che, que jamás queda claro quién es quien lo describe dentro de la novela, donde el lector, atrapado en un instante confuso, repetitivo, y sin pies ni cabeza, no termina por identificar la voz del protagonista hasta el final, donde ese narrador termina relegado al rol de espectador, pues es la mujer quien se somete al procedimiento que pareciera ser realizado en contra de su voluntad actual. Ese instante repetitivo se convierte en una confusión desesperada y una repetición de verdades complacientes que nacen a partir del dolor extremo. Estas son características que Burdon et al. (2014) consideran son poco discutidas, siendo relegadas a un segundo plano detrás de la idea de la banalidad del mal.
Con base en todo lo anterior, ¿es Farabeuf banal? La respuesta es sí. Como Eichmann, aunque capaz de explicar procesos quirúrgicos de la A a la Z y recitarlos sin error alguno, su irreflexibilidad sobre lo que observó en el Norte de China lo llevó a retratar una atrocidad y compartirla con otros que, afectados por la misma banalidad, lo llegan a considerar una panacea que tiene todas las respuestas habidas y por haber al tratar de justificarla. ¿Hay mal en la horrorosa realidad que ocurre en el instante de 182 páginas en pdf? A pesar de la banalidad con la que se describe, sí. La banalidad está ahí, acompañada de la irreflexibilidad, la confusión de la mujer que se somete a ese procedimiento y las verdades repetidas por el hombre que ha contratado a Farabeuf para tratar de convencerse de que ese horror que está a punto de presenciar tiene significado. Una reflexión sobre el estado de la humanidad, deconstruida y reconstruida después de la Segunda Guerra Mundial, todo en un mismo instante lleno de esas características de las que Eichmann fue dotado por Hannah Arendt en el imaginario popular.
Fuentes
Síntomas del Alzheimer (2020). Todo sobre el Alzheimer. Recuperado de https://knowalzheimer.com/todo-sobre-el-alzheimer/sintomas-alzheimer/
Burdon et al. (2014) REFLECTING ON HANNAH ARENDT AND EICHMANN IN JERUSALEM: A REPORT ON THE BANALITY OF EVIL. Revue Française de Sociologie. Recuperado de https://pdfs.semanticscholar.org/9d17/bdafce74111c03226c7cfade251a8b5cbf60.pdf?_ga=2.78139028.1461147994.1601489518-1670146443.1601489518
Elizondo, E. (1965). Farabeuf o la Crónica de un Instante. Fondo de Cultura Económica.
Daniela Morales Sánchez (Monterrey, N.L., 1997) Egresada de la Lic. en Relaciones Internacionales por parte del Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey. Criada 100% en el norte del país, ha formado parte de cursos como Reconciliando el método con la creatividad impartido por Yliana Iruegas y Literatura Mexicana del Siglo XX impartido por Griselda Córdova.