LOS ESPEJOS DE CLARIBEL ALEGRÍA

POR FERNANDO J. TREMINIO

Desde hace mucho tiempo y en diversas culturas, el espejo ha sido utilizado, no solo como herramienta doméstica, sino como símbolo cabalístico, mágico y metafísico para predecir el futuro, ver el pasado, como puente entre el mundo físico y espiritual, en fin, como recurso para acceder a información desconocida. Todas las personas han hecho uso de un espejo y la mayoría de las veces se utiliza para reflejar el exterior de nuestro físico; sin embargo, el espejo es un significante referido a la exploración del interior. En el mundo de las Letras hay una poeta que utiliza ese signifante y otros más, ella es Claribel Alegría, la Reina de la Poesía Hispanoamericana y galardonada con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en el 2017.

Claribel Alegría forma parte de los poetas del siglo XX que escribieron poesía comprometida en una etapa convulsa de la historia de Latinoamérica. No obstante, su línea temática se explaya más allá de la crítica social, abarca temas mitológicos, amorosos, históricos, vivenciales, biográficos y metafísicos. Sobre este último, basta con leer algunos de sus poemas para darse cuenta de que poseía un conocimiento metafísico abundante y que plasmó en su poética, prueba de ello son las múltiples menciones que hizo de los espejos a lo largo de su producción poética. El significado que le dio a dicho objeto oscila entre el autoconocimiento, el amor, la realidad y el tiempo, cuestiones que serán examinadas en las líneas posteriores a estas. Como base para esta crítica se han tomado en cuenta dos obras literarias: “Una vida en poemas” (Antología poética. Editorial Hispamer, 2003) y “Amor sin fin” (Último libro que publicó. Editorial Anamá, 2017).

El espejo como medio de autoconocimiento

Como se dijo anteriormente, se utiliza el espejo nada más para uso externo; pero en la poesía de Claribel Alegría es una herramienta para conocerse a sí mismo. Para ella, el espejo es un instrumento para desnudar el alma, para inquirir en el yo interno. Ejemplo de ello es el poema “Autorretrato”, donde afirma: “Necesito un espejo./ No hay nada que me cubra la oquedad”, haciendo alusión a lo lacerante que es el tiempo, mismo que es reflejado en los espejos, en el reflejo fragmentado del ser y que pregona la lejanía de los recuerdos; consciente de ello, escribe: “He cambiado de formas… Voy a morirme un día… y no puedo volverme”. esa idea de la fugacidad de la vida y del golpe de los minutos también se expresa en el poema “Aprendizaje”, en el que narra los cambios que ha pasado desde su niñez, su adultez y su presente, lo que ha sido acompañado por los vejámenes de la responsabilidad familiar que provoca un descuido hacia uno mismo, sobre eso confiesa: “Paso delante del espejo/ sin reflejar mi imagen./ No tengo tiempo/ de conversar conmigo./ Ni falta me hago a veces/”.

Claribel también usa la transmutación para transmitir mensajes. En su poema “La Coyota”, relata: “mi imagen no se expande/ se la chupa el espejo/ los fragmentos trizados/ del espejo”, como alusión a la búsqueda de la identidad, la que a veces cae en una crisis, pero que gracias a las cualidades de la coyota, como la valentía y el arrojo, sale victoriosa, sin que se la traguen los abismos y gane la verdad. Situación ilustrada en su último poema extenso, “Amor sin fin”, donde cuestiona: “¿Cuál de todas esas claribeles/ en fragmentos de espejos/ es la real…?”, pues si pusiésemos la imagen del individuo frente al espejo como fotogramas en diferentes edades, nos daremos cuenta, no solo del cambio físico sino también moral y espiritual, de la evolución del yo a través del tiempo, por eso ella reconoce que nos encontramos en una constante “exploración del yo/ que se transforma”. Más adelante, en ese mismo poema, se encuentra otro espejo y, al verse en en él, nota que “refleja/ imágenes opacas/ mi rostro no es el mío/ es nebuloso y joven”. Tal como esa sucesión de fotogramas mostraría a la misma persona pero con diferentes aspectos, el espejo muestra las versiones diferentes de Claribel, que no se reconoce como la joven inexperta y desconocedora de la vida, por esa razón el espejo se convierte en un antagonista pues cobra vida, ella narra: “El espejo se burla/ de mis absurda tristeza/ de mi locura atada/ que se marchita”. Es decir, quien sucumbe al efecto del espejo como retrovisor, tiende a caer en la autocrítica que, muchas veces, resulta en desencantos. Por ello hay que aceptar la imagen presente, la que se ha construido hasta hoy aunque haya sido fragmentada por los golpes de la vida.

El espejo como cómplice del tiempo

El tiempo se asemeja a una flecha, siempre se dirige en línea recta hacia donde se dispare y su velocidad es vertiginosa. El tiempo nunca cambia de rumbo y pasa, muchas veces, sin que nos percatemos de su rapidez. El tiempo trae consigo aprendizaje, madurez, cambios y mejoras. En el interior, produce –en muchas ocasiones– desarrollo emocional e intelectual; pero es en el exterior que los cambios son más notables y generalmente poco agradables. La infición del tiempo sobre la piel se hace notoria, las arrugas aparecen, el cabello se torna cano y el vigor físico se disminuye, todo por causa del paso de la vida. Todas esas cuestiones son abordadas por Claribel en su poesía.

La esencia vivencial de la poesía de Claribel se nota claramente en sus líneas, a través de ella expresa realidades retratadas mediante figuras que transmiten su sentir y pensar. Tocante a ello, la siempre presente batalla contra el tiempo se asoma: “Atravesé el espejo/ pesqué del pelo al tiempo”. El tiempo riñe contra el cuerpo y este cada vez se rinde ante el otro. Intentar salir victoriosos contra el efecto de los años es inverosímil e inncesario pues el espejo estará allí para recordárnoslo, de eso hablaba Claribel al reconocer que si se intentase, el efecto no sería certero.

El avance del tiempo nos hace conscientes de nuestra inevitable cercanía a la muerte. Sobre este personaje, Claribel escribe el poema “Te has convertido, Muerte”, donde la personifica como aquella que constantemente merodea a nuestro alrededor y que nos hace saber su presencia, por eso escribe: “me escondo/ te sorprendo/ te encuentro en el espejo”. Contemplar los efectos de la edad frente al espejo nos permite sabernos mortales, en el breve tránsito de la vida que cada día se dirige hacia la muerte. Ratifica la misma idea mediante el poema “¿Dónde?”, en el que confiesa: “mi rostro no es el mismo/ día a día me miro en el espejo/ y me devuelve siempre/ una imagen incierta”. Aunque sabemos que no podemos eludir nuestro destino hacia la inexistencia, de cierto modo tratamos de evitarlo, de no hacermos la idea de no ser eternos. El mero hecho de escribir lo indica, pues los escritos convierten en inmortal al escritos siempre que haya quien lo lea, ese es el caso de Claribel Algría, una inmortal en el parnaso de las letras.

El espejo como reflejo de la realidad

Los dos países que Claribel más amó, su matria y patria, Nicaragua y El Salvador influyeron directamento en su quehacer literario, muchos de sus escritos giran en torno a la realidad social de ambos países que se vieron afectados por revoluciones violentas e injusticias que cobraron la vida de muchos inocentes. Ser testigo del sufrimiento de sus pueblos la hizo comprometerse con la denuncia y notificación de la verdad. Ejemplo de ello es el poema “Comunicación a larga distancia”, en el que relata las escenas salvadoreñas de los paisajes y la gente que se ofuscan debido a los embates que sobrellevan, por eso se interroga: “¿Para qué los espejos?”, como forma de interpretar la realidad, de no cegarse voluntariamente ante los hechos, de no tratar de ocultar lo que estaba pasando y no de repetir en carne propia la historia que ya se ha vivido, cosa que suelen hacer los gobernantes, ciegan su vista ante el sufrimiento del pueblo.

Los dolores de la gente se reflejaban en Claribel y en su voz poética resonaban sus clamores. El poema “Soy espejo” es una muestra de la forma en que la tierra en que vivió incidió en su poética, en él expone las escenas bélicas acontecidas en su tierra y cómo los inocentes pagaban las consecuencias. Los niños pidiendo limosna, las mujeres con pánico, los jóvenes corriendo desangrados, todo siendo una llaga dolorosa que aflige el alma y que se refleja en ella, a tal punto de afirmar: “me convertí en espejo/ y estoy descarnada/ apenas si conservo/ una memoria vaga/ del dolor”, refiriéndose a la sensación constante que ya se ha vuelto costumbre, volviéndola estoica ante el dolor.

Además, ha usado el espejo para abordar la identidad cultural centroamericana. Por ejemplo, el poema “La Ceiba” refleja el apego a sus raíces, la fidelidad hacia su cultura y la forma en que esta influyó en ella, por ello expresa: “me detuve ante los espejos/ era extraña mi imagen/ desigual/ como si me hubieran escogido/ los espejos/ como si estuviersen recelosos”, es decir, en su piel se reflejaban sus vivencias, sus muchos viajes y experiencias adquiridas, y el ramaje de dicha Ceiba servía como representación de la identidad y los elementos literarios, económicos y sociales que le rodeaban. La misma línea de pensamiento sigue el poema “No importa si en Yakarta”, donde Claribel reconoce que no importa el lugar del mundo donde se encuentre, el espejo siempre le hablaba en español, aludiendo al constante tirón de sus raíces que, hiciera lo que hiciera, siempre estaba presente su tierra natal y los pueblos que bullían en su sangre.

Su suelo original recurrentemente la llamaba y la atraía como si de un imán se tratara. Centroamérica y Latinoamérica estaban siempre presentes en su mente, a tal punto que tratar de huir de ello era imposible. Después de evocar las calles, las casas, las voces y el escenario de su tierra, cede al llamado de sus recuerdos en el poema “Este espejo me entiende”, el que finaliza diciendo: “Voy a buscar mi imagen/ en las cosas de allá”.

El espejo como urdidor del amor

Es imposible hacer un análisis de la poesía de Claribel Alegría sin hacer mención del papel protagónico que el amor ocupa en su poética. Desde su primer libro publicado hasta el último, el amor se hizo presente y lo plasmó también usando los espejos. “Piruetas en una sala de espejos” es un poema de estilo melancólico que refleja la añoranza de un amor distante, como si este hubiese zarpado hacia otros sitios y hubiese dejado atrás a su amada, a lo que ella sucumbe a una situación delirante –de extravíos– como si estuviese girando en una sala de espejos.

El amor, a veces, es jaula. El poema “La Torre”, presenta a una enamorada cuyo amor se vio truncado por causa de Merlín, quien la enclaustró en una torre llena de espejos, de esa manera no podría ver a su amado, solamente veía su reflejo. Asegura: “Envuelta en mi silencio/ vi mi rostro mil veces repetido/ me aburrí de mi rostro/ y rompí los espejos./ Uno a uno/ los fui rompiendo todos”. Su estado de persona ensimismada, presa, ajena al exterior donde se escuchaba el llamado de su amado, había sido suficiente, así que decidió escapar y atender las citaciones del receptor de su amor; hasta que finalmente se lanzó al vacío. Lo que se puede interpretar de dos maneras: una, es que el triunfo del amor no se consigue fácilmente y que para lograrlo hay que hacer ciertos sacrificios y luchas; por otra parte, transmite que hay ciertos amores que no convienen pues en el empeño por retenerlos se pierden muchas cosas valiosas.

Los lazos que unen a un amor correspondido son tan fuertes que su efecto es asombroso, Claribel experimentó eso en sí misma y en su matrimonio con Darwin (Bud) Flakoll lo antes mencionado. En su poema “Eres mi otro yo”, asevera: “Eres mi otro yo/ mi vagabundo yo/ mi espejo-puente”. El dar y recibir amor, así como el tiempo juntos y cuánto se conocen el uno al otro resulta en una dualidad que redunda en complementariedad, de tal manera que ambos llegan a reflejarse en el otro, como si fuesen el mismo.

La muerte de Bud significó un duro golpe para Claribel que fue sobrellevado, en parte, gracias a la poesía y uno de esos poemas escritos luego de ese difícil momento es “Dame tu mano”, donde ella los define de esta manera: “Somos la voz/ y el eco/ el espejo/ y el rostro”. La cotidianeidad del recuerdo de Bud lo hacía presente de alguna manera y eso supuso como un llamado para ella, por eso escribe este poema como defensa de su memoria.

Sin duda alguna, la poesía de Claribel Alegría está repleta de mensajes y significados. En ella confluyen tópicos de distintos tipos y su praxis poética la llevó a alcanzar un lugar prominente en las letras hispanoamericanas. La profundidad con que aborda los temas demuestra la maestría adquirida a lo largo de todos los años en que se dedicó a escribir y este análisis sobre los espejos de Claribel Alegría ha tenido como propósito demostrar la excelencia literaria de Claribel lograda gracias a su profunda sapiencia y su trayectoria de noventa y tres años en este escenario llamado vida.

Fernando J. Treminio (Sébaco, Nicaragua. 2004). Escritor y docente nicaragüense, autor del poemario “Bitácora de los Ensueños” y del libro de autoayuda “Bienestar, ¿cómo conseguirlo?”. Ha sido publicado en antologías y revistas literarias en Nicaragua, España y México. Ha fungido también como editor, prologuista y asesor de investigaciones académicas.