MATICES DE MATERNIDAD, DUELO Y VIDA | POR DIANA ISIORDIA

Enfrentar cuestiones de vida tan fundamentales como la maternidad, la muerte o las relaciones con los demás siempre ha sido tema de discusión y reflexión. Las perspectivas respecto a estos temas y las maneras de abordarlos van cambiando con el paso del tiempo y con el ángulo de visión que se decida aplicar sobre ellos. La hija única (2020), de Guadalupe Nettel, es una novela en la que la autora mexicana nos plantea la historia de tres mujeres enfrentadas a la maternidad, destacando que todas lo hacen desde sus propias experiencias y visiones del mundo. La novela está llena de intensidad, reflexión, análisis y crítica social que nos remite a situaciones familiares difíciles. La narración se acompaña de un humor irónico, así como de una atmósfera de aprendizaje y crecimiento continuos.

La obra presenta diferentes contraposiciones que permiten la convergencia de ideas en distintos asuntos sociales. Por ello, este análisis se apoya en la teoría de la semiosfera de Iuri Lotman. La frontera, según Lotman, “une dos esferas de la semiosis desde la autoconciencia semiótica”,[1] y especifica que “tomar conciencia de sí mismo en el sentido semiótico-cultural, significa tomar conciencia de la propia especificidad, de la propia contraposición a otras esferas” (1996, p. 15). Es decir, podemos entender las fronteras como los límites permeables que nos permiten transitar entre diferentes esquemas de significación —esferas—, que se encuentran en contrapunto entre sí. Estos puntos de conexión entre esquemas contribuyen a la generación de sentido, pues alimentan el elemento de juego del texto en cuanto a oposiciones; ello las hace puntos de comparación y comunicación.

Las fronteras que se encuentran en la novela, y nos interesa abordar, son el individuo y la sociedad, lo humano y la naturaleza, la vida y la muerte, así como la decisión de no tener hijos y la maternidad. Con una ilación ingeniosa y una argumentación sólida, Nettel logra plantear diferentes posturas entre estos conceptos —entendidos desde Lotman como esferas— en apariencia irreconciliables. Este planteamiento se representa por medio de las reflexiones de sus personajes, principalmente de Laura, quien es la narradora de la novela. Laura, conforme avanza la trama, comienza a aprender —a partir de su experiencia y de escuchar otras perspectivas— que las situaciones en las que estas esferas se encuentran no se pueden simplificar fácilmente, expandiendo así su propia visión.

Estas nuevas concepciones que se generan en las fronteras se alimentan entre ellas y se presentan en diferentes momentos, sin disminuir la intensidad de sus enfrentamientos. Otro aspecto que se debe considerar es que estas fronteras no funcionan de forma aislada, sino que se combinan, dotando así a la novela de una complejidad particular. Empecemos con la manera en que se combina la frontera de individuo/sociedad con la de decidir no tener hijos/maternidad. La autora analiza las ideas preconcebidas que se tienen por parte de la sociedad sobre los roles que los distintos sexos deben cumplir. Destaca que —en estas ideas estereotípicas— no importan mucho las decisiones o pulsiones particulares de las mujeres, ni las responsabilidades que conlleva ser madre o aquello a lo que se debe renunciar para serlo. Nettel revela estas observaciones en una crítica punzante a través de Laura. Nos indica cómo es que las mujeres estamos obligadas, por los preceptos sociales, a sacrificar nuestro ser individual por convertirnos en madres y con ello, cumplir con el papel histórico asignado a nuestro sexo: “«Además, la sociedad está diseñada para que seamos nosotras, y no los hombres, quienes se encarguen de cuidar a los hijos, y eso implica muchas veces sacrificar la carrera, las actividades solitarias, el erotismo y en ocasiones la pareja», les explicaba con vehemencia. «¿Vale realmente la pena?»” (Nettel, 2022, p. 16).

A través de este tipo de reflexiones, la novela nos brinda un contraste entre una visión personal de vida y lo que se supone debemos hacer, según la sociedad. Es fundamental aclarar que no por ello cae en una polaridad respecto a que ser partidario de alguna postura sea bueno o malo, sino que argumenta que cada mujer debería tener la libertad de decidir qué es lo que desea, sin estar sometida a una sociedad que decida por ella. En esta invitación a la pluralidad, nos muestra también distintos argumentos a favor de la maternidad, y es Alina —la mejor amiga de Laura— quien decide experimentarla, a pesar de haber compartido con la narradora las postulaciones en contra de ésta.

La vida de Alina cambia, junto con su concepción de lo que desea hacer con ésta. Ella decide convertirse en madre y, a partir de esto, se desarrolla un momento de ruptura con la protagonista. Esto sucede porque Laura piensa, por momentos, que sus conversaciones se reducirán a hablar de métodos reproductivos o de “la liga de la leche”. Así, se nos muestra que incluso aquellos que son críticos pueden caer en los mismos vicios sociales que señalan: empequeñecer a una mujer, convirtiendo en su característica única si es madre o no. Laura, a partir de la experiencia de su mejor amiga —mientras mantiene su postura de no tener hijos—, comienza a entender los puntos de vista de aquellas mujeres que deciden hacerlo y que no todo en la maternidad involucra la pérdida del ser, sino también la decisión de ser algo distinto a lo que ella concibe como existencia plena. La novela resalta así que la maternidad tiene diferentes aristas y cada persona puede tener sus convicciones al respecto, pero no tiene el derecho de imponerlas a nadie, sean a favor o en contra.

El siguiente encuentro de contenidos que deseo tratar es el de vida/muerte. La vida es un torbellino de situaciones inesperadas a las que tenemos que enfrentarnos con las herramientas que poseemos. A veces, estas situaciones llegan a ser desafiantes, a extremos que sobrepasan esas herramientas; un ejemplo es la muerte inesperada. En la obra se toca un tipo de muerte que no es considerado como el camino natural, lógico o usual: la muerte de un hijo. En este caso, la que muere es la hija de Alina. Con esto como tema, Nettel enfrenta a los personajes de su novela —y a sus lectores— con la fragilidad y la belleza de una nueva vida, que se verá coartada por una muerte de carácter inmediato e ineludible:

Una semana antes habían visto a Inés en el ultrasonido, la habían visto mover sus manitas y sus dedos, tan frágiles que parecían de cera. Ahora les decían que se iba a morir. No que estaba muerta, sino que se iba a morir. Hacía falta esperar un mes y medio para ello. Esperar un mes y medio para que naciera y luego, casi de inmediato, perderla para siempre. (Nettel, 2022, p. 63; cursivas de la autora)

Alrededor de esta situación se desarrolla un estado de zozobra en la narración, pero, al mismo tiempo, logra mantener un balance de esperanza y aceptación —incluso de disfrute— frente a lo que sucede, pues todo se complica aún más. Inés no muere, aunque tampoco está completamente viva. La niña se encuentra en una especie de limbo por una complicada combinación de padecimientos médicos con los que coexiste, pero depende en absoluto —y lo seguirá haciendo mientras viva— de los otros para poder moverse. Con ello, la novela mezcla, de manera hábil y puntual, el estado logístico y psicológico en que se debe afrontar esta durísima crianza. Esto último es lo que me lleva al siguiente punto a tratar: la frontera entre humano/naturaleza. Dicha frontera es planteada desde la misma portada, que es el nido de unas aves, que —conforme se lee la obra— comprenderemos que se refiere a unas palomas que deciden montar su nido y criar en el balcón de Laura. Un ejemplo de cómo se utiliza este elemento natural es la siguiente pregunta que surge en la narradora después de que las palomas pierden un huevo: “¿Vivían su desaparición como una pérdida dolorosa o era algo para lo que las palomas y los demás animales están preparados, mientras que los seres humanos simplemente no lo podemos tolerar?” (Nettel, 2022, p. 74).

Respecto a esta contraposición, la autora nos muestra comparaciones de resiliencia y la forma de enfrentarse con situaciones complejas, siendo siempre las palomas —y su posterior resultado de crianza— un marco de reflexión para pensar en la propia existencia, en lo que significa e implica la humanidad y lo que se puede aprender de la naturaleza que nos rodea. Por último, regresando a la frontera de individuo/sociedad, así como a las concepciones sociales que ésta encierra, es necesario mencionar que la autora mantiene —durante toda la novela— una postura crítica respecto a lo que se tiene alimentado en la memoria cultural como normal o correcto en los ámbitos familiares.

Combina también con esta crítica la idea de naturaleza como referente, con una anotación penetrante: “Además, los lazos sanguíneos no son garantía de nada. Piensa que muchas veces son los padres, los abuelos o los tíos quienes golpean y violan a los niños. Las familias biológicas son una imposición, y ya va siendo hora de desacralizarlas. No hay ningún motivo para que nos conformemos con ellas si no funcionan” (Nettel, 2022, p. 196). Esta cita refleja un juicio directo sobre la forma en que se tiene entendido qué es una familia y todo lo que se debe soportar en ella sólo por ser lo que se considera como natural. La alusión a ello se da por el uso del término familias biológicas,anotando, con ejemplos de violencia cruda, cómo es que, en la sociedad humana, ése no es el único factor que se debería considerar. Así, nos invita como lectores a detenernos a pensar respecto a la verdadera funcionalidad de la familia tradicional y a romper con el conformismo de aceptar lo que las reglas sociales imponen.

Esta obra se encuentra repleta de cavilaciones surgidas de contraposiciones entre lo que se supone que debe ser, aquello que existe y aquello que se desea. Se destacan las manifestaciones de una postura crítica respecto a lo que se tiene alimentado en la memoria cultural como normal o correcto en los ámbitos familiares y sociales. Por medio de estas fronteras y de una oscilación semiótica —es decir, un vaivén entre los terrenos de las esferas—, invita a concebir distintas soluciones ante los problemas sociales que se enfrentan en la maternidad y el duelo, pues todo ello lo presenta desde una perspectiva diferente a la que la sociedad tiene como concepción primaria.

 La narrativa de Nettel, en esta obra, nos recuerda que es importante entender lo que sucede a nuestro alrededor, al igual que aprender a valorar, distinguir y respetar los matices que se presentan en la vida. Con su texto, expresa, con una visión moderna, fresca y desde una perspectiva femenina, una variedad de ponderaciones sobre los roles sociales preconcebidos, así como su efectividad, justicia, aplicación y adaptación en la sociedad. Consigue todo ello sin dejar de lado distintas percepciones de las situaciones, utilizándolas como sustento, sopesándolas con argumentos, reflexiones y aprendizajes, mientras permite que el lector descubra la convivencia que existe en las fronteras de las nociones que se encuentran en la semiosfera de novela.


[1] La semiosfera es un espacio de carácter abstracto utilizado en sentido metafórico. Podemos entender que es “una determinada esfera que posee los rasgos distintivos que se atribuyen a un espacio cerrado en sí mismo. Sólo dentro de tal espacio resultan posibles la realización de los procesos comunicativos y la producción de nueva información” (Lotman, 1996, p. 11). Dado que son espacios cerrados, cuando estas esferas entran en contacto se produce un proceso de traducción entre sus códigos, para lograr el intercambio de información entre ellas. El lugar donde esto sucede es la frontera. Por su parte, la semiosis es el proceso de significación activo, es decir, el proceso en que los elementos están interactuando entre sí y se termina cuando se fija un significado.

Fuentes

Lotman, I. M. (1996). La semiosfera, I. Semiótica de la cultura y del texto. Fronésis-Cátedra-Universitat de València.

Nettel, G. (2022). La hija única. Anagrama.

Diana Isiordia (Guadalajara, 1995). Estudia Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara. Ha centrado su formación en las áreas de investigación literaria y análisis lingüístico en el nivel discursivo, aplicadas a literatura mexicana, española e hispanoamericana contemporánea. Asimismo, cuenta con experiencia y capacitación como correctora de textos, así como en manejo de logística y documentación.