POR OMAR JASSO
Es temprano todavía en este mundo, amor mío
Odysseas Elytis
* Dormías entre las manchas roja y blanca, una mosca veía tu cabeza quebrada entre sus ojos. Quebrada no, sino la realidad de las distintas sombras brotando de tu cuerpo. Y la luz fue la mosca que miraba, una paz y un deseo: el instinto con alas de cristal, la pequeña noche del terciopelo de la mosca. Una boca vertida en el sabor de muchos mundos, mientras soñando como perdida yaces en este mundo de colores rotos, quebrados por el amanecer. * Es despedida siempre. Es no tener piedad de ser lo mismo, como si los pinceles no se marchitaran, y el violeta perdido de sus dedos, ¿a dónde va? Muerte no es liberarse, sino volver a acomodarse en las cadenas verdes de la vida volando. Vivo en la libertad. Aquí no se conoce, sino se ama, ni se sujeta el derrotero del vacío pétalo a pétalo, sudor contra sudor, entre las inocentes corrientes del lenguaje. Es despedida ver cómo te quedas, madrugada que llora, sobre tu cuerpo impropio de saberse irreal, tocado, acariciado por las luces de lámparas sin nombre entre los sexos de aire, soltándose la mente entre los labios húmedos de un beso, jugando con el lodo de la sangre, asomándose a los poros ciegamente, como si el cuerpo nos hubiera abandonado. * Y es en esta maleza del deseo Y es a mitad del miedo de ser otra mañana Y es en la piel corriendo por las manos sin cauce Abres los ojos no para ver quién ama sino el mundo distante que se acerca, gimiendo, exhalando el aquí, sudando este momento de dejarse caer cuando nada se tiene Porque es ninguna parte este entregarse, es el cuerpo dormido de palabras inútiles cuando se abre tu párpado de lumbre humedecida y aquel nombre de nubes engañándolo todo te recuerda tu nombre perdido en el mañana * Ahí estaba una sombra cosechando tus ojos en la crecida música de muchos corazones. Yo no puedo dormir, pues sé que estoy soñando. Yo no puedo soñar, pues esto no es un sueño. La materia levanta sus espadas de horas contra el peso del amanecer. Quizá no lo recuerdas pero ya lo has sentido, muchas veces despierta en un instante, y me he quedado solo entre las ruinas de todos los latidos. * Pues las cosas se pierden para siempre. Ninguna luz ganada, ninguna de las lágrimas se queda como las cuentas de una japa entre tus manos. Wendy, nombre color de chicle. Vanessa, o púrpura o violeta evanescente. El planeta es un cráneo lleno de hojas, la primavera pasa su mano en fiebre derramando pupilas. Amor, ¿a dónde fuiste? ¿Estás muerto en la fiesta de gemidos robados, donde ronda el caballo y la serpiente, el caballo con ojos de león, sobre las píldoras de estrellas de la tierra hechas polvo? Cuando tu lengua se rindió, cuando probó tu lengua su luz de estalagmita, la vida se hizo grande, aplastándolo todo. Y las pequeñas flores cultivadas no en la vida o la muerte, sino del otro lado del ahora, quedaron como manchas de sangre entre mis manos, como pájaros muertos debajo de la fuerza de máquinas deseosas. Cantaba el grillo oculto en mis cabellos, y la vida era grande, mas nunca suficiente. * Y después de la muerte, ¿qué nos queda? Suelta el viento su pelo, un caudal de narcisos que asoman de la muerte. Tus lúnulas que esperan, todavía murmurantes, eran pequeñas tumbas de quienes fui a tu lado. Algo llora en las horas repetidas, que no vuelven a ser. Algo sabe salir de la mentira. La sal sabe a tus poros. Pestañas, jaramagos: rondan hilos de luz que enhebran la mirada. Y después de la vida. Canciones que te escuchan, sabiendo que has caído, que el témpano del tiempo fluye en tu piel solar de despertarlo. * Y no tengo respuesta a la mañana Y el corazón no es mío del cual asirme Y la roja granada de tantos corazones ¿quién sabrá descubrirla en la abierta soledad de un corazón? Pregunto hacia las cosas que responden no a dudas, sino como responde la luz ante los ojos que se abren, pregunto si todavía me miras En el sabio silencio no he dejado de amarte
Omar Jasso (Nezahualcóyotl, Estado de México, 1990). Ha publicado «Tierra» (Editorial Literal, CDMX, 2020), y textos suyos aparecen en las antologías «Los reyes subterráneos» (La Bella Varsovia, España, 2015), «Poetas parricidas» (Cuadrivio, CDMX, 2014), «Últimos coros para la tierra prometida» (FOEM, Estado de México, 2013) y «Ritmo. Poesía joven de México» (UNAM, CDMX, 2018).