POR SHAIRAN REYES
Anochece y el cielo es un capricho momentáneo, el aroma agrio y sexual de las calles del centro, lo invade todo, el aroma de la gente triste que duerme sola, de los hijos encargados a la negrura de un cuarto con el televisor zombi como niñera, de las risas ebrias en los rincones más sombríos. Con la lluvia, la ciudad monstruo se vacía en un parpadeo. Llevo mi andar pesado y húmedo, hacia el inframundo de nosotros, los desgraciados, los anónimos, los sin identidad, los invisibles… Mis pasos ilegibles y torpes van marcando el camino, haciendo una mancha caprichosa y terca que no se quitará por más que los afanadores vayan y vengan en su danza infinita de jergas … Mientras desciendo, el metro traga gente y alguna vez, vomita adefesios o historias de amor. En el andén observo todas las miradas: Miradas que se cruzan, prometen, desdeñan, desnudan, se pierden. Miradas ciegas, delirantes, abusivas, lastimeras, méndigas. Miradas tiernas y estúpidas, vacías, casi siempre que están solas. Ya en el último vagón, una mujer duerme y sueña con la comodidad y el calor del abrazo ausente, un mar de vendedores estrepitosos recita precios como si fueran poetas, y varios chamacos gandallas hacen estallar la noche con sus risas febriles a bocajarros, alguien trastabilla en un olor a aguardiente y todos los humores se escapan, juntos, como un suspiro hasta la calle… Yo me quedo mirando el cansancio y nuestra infinita tristeza, nuestra no-belleza evidente en cada respiro, el hambre de la gente por un asiento, los zapatos cubiertos de lodo, manchándolo todo… Y las mangas sucias de la gente que sube apresurada con las manos gruesas y callosas aferrándose a los tubos y a la vida, la piel que se asoma en los escotes de las mujeres rollizas y de edad madura, las estrías de las adolescentes que cargan a sus críos. De pronto, un silencio… Entre los rayones de la puerta me surge una duda… ¿Quién estará más cansado? ¿El bebé que llora de hambre hace más de dos minutos, entre los brazos desesperados de la que quisiera no ser madre? ¿El oficinista de corbata lustrosa con tufo de archivo muerto y alcohol de mediodía? ¿El ambulante que ya no pone atención a su diaria y subterránea letanía? ¿La abuela preocupada rezando plegarias mudas a los oídos sordos del cielo? ¿Los pies de la puta con tacones descarapelados y recuerdos de amores clandestinos? ¿El universitario con los párpados caídos y la esperanza de un gris futuro colgando de un hilo? ¿El policía de uniforme azul que abraza su barriga sietemesina gestante de garnachas y refrescos de cola? ¿La niña de mirada perdida entre los sueños risueños del solvente? ¿El anciano inconsciente que pide dinero con las manos desmayadas como árboles que doblan sus ramas hasta tocar el suelo? ¿El perro negro que sesea en la banqueta de allá afuera? ¿Tú que lees esto, o yo…?
Shairan Reyes (1990). Es historiadora de formación, docente por vocación, servidor público por accidente y también fortunio. Amante de las letras, el vino, el tabaco, el café y los perros. Fotógrafa chafa, poeta incipiente y de clóset. Algunos de sus escritos han sido publicados por Axolotl Magazine (CDMX), Melancolía Desenchufada (Puebla), Herederos del Kaos (San Francisco-Barcelona), Unicornias Narrativas Feministas (CDMX), Revista Literaria Pluma (Buenos Aires, ARG.), Revista Escafandra (BC), Teresa Magazine (CDMX), Netas Insurrectas (CMDX), Guíame Sur Cultura (Arequipa, PE) y forma parte del Dossier de Poesía Emergente de la Revista Poetómanos (MX).