VERSIÓN DE JUAN REYES
PREÁMBULO
El texto “El compadre tlacuache y el compadre tigre” es un cuento de tradición oral, rescatado recientemente y escrito originalmente en dí’ztè -zapoteco de la costa y sierra sur de Oaxaca- con su respectiva interpretación al español. Es un cuento contado a los jóvenes y niños en las comunidades de habla zapoteca por los abuelos y abuelas que aún lo conservan en sus memorias a través del tiempo. Son textos orales que se cuentan bajo la sombra de los árboles y en las fogatas, en momentos de convivencia familiar para hacer reír a los chicuelos y chicuelas, describiendo las habilidades de estos animales que son muy característicos de esta zona tropical de nuestra América.
VERSIÓN EN ESPAÑOL
Cuentan que un día, un tigre se encontró con un tlacuache que estaba sentado bajo una palma de coyul, al acercarse el tigre, le preguntó:
–¿Qué haces, tlacuache?
–Estoy sobando mis testículos —respondió el tlacuache y añadió: —suenan muy bien cuando uno los machuca con piedras. ¿Quieres probar?
–Está bien —aceptó gustosamente el tigre.
Se acercó al tlacuache, se sentó, agarró la piedra y de un jalón machucó sus bolas. Pensó que era verdad lo que le había dicho el tlacuache. En realidad, lo que tenía en sus manos eran unos coquitos de coyul que estaba machucando con la piedra. Al momento que la piedra chocó con sus testículos, el tigre rugió y comenzó a revolcarse por todos lados, mientras el tlacuache sagazmente desvió su camino.
A la siguiente ocasión cuando se encontraron, el tlacuache estaba sentado en una piedra tocando guitarra, al momento el tigre le preguntó:
–¿Qué haces, tlacuache?
–No estoy haciendo nada, solo estoy esperando la visita de un compadre —respondió el tlacuache.
–Bien. ¡Ahora te comeré! —dijo el tigre. Pues tú me engañaste el otro día cuando machuqué mis bolas, me dolió mucho. ¡Fuiste tú!
No, no fui yo —respondió rápido el tlacuache. Mejor espera y acompáñame. Hoy viene mi compadre a ver qué cosas nos trae para comer. ¡No te enojes!, no fui yo quien te hizo esa maldad —replicó.
El tigre le creyó y lo dejó en paz.
En una próxima ocasión, se encontraron nuevamente, el tlacuache estaba en un arroyo bajo la sombra de grandes árboles, columpiándose en un bejuco, iba de un lugar a otro. Al momento, el tigre le preguntó:
–¿Qué haces, tlacuache?
–Estoy ventilándome la cara —respondió el tlacuache —en este bejuco se arrulla y se airea uno muy bien.
Después de un rato, el tlacuache le propuso al tigre:
–¿Quieres ventilarte un rato?
–Mmm, ¿Será que se siente uno bien? —preguntó dudoso el tigre.
–Claro que se siente genial. Mira, como tú pesas más, mientras te columpias de un lado a otro, iré a anudar bien el bejuco.
–Está bien —respondió, feliz, el tigre.
Pero el tlacuache, en vez de amarrarlo bien, cortó el bejuco y el tigre ¡pummm! cayó rodado en el arroyo. Quedó roto de los huesos. Mientras que la cola pelona se largó de ahí.
Entonces se dijo el tigre: “Ahora que lo encuentre lo voy a comer”.
El tigre, en uno de sus tantos paseos por el bosque, se encontró con el tlacuache nuevamente que estaba sentado en una piedra, al acercase el tigre, le preguntó:
–¿Qué haces tlacuache?
–Estoy sentado aquí enseñando. Soy el papá enseñante de los niños —dijo el tlacuache.
–Pues hasta que te encuentro, ahora sí te voy a comer. Ya es mucho lo que me has hecho —reclamó el tigre.
El tlacuache le respondió:
–¡No!, no fui yo quien te hizo eso, nosotros somos siete hermanos, quien sabe quién te habrá hecho eso, aunque… uno de ellos está medio loco.
El tigre sobándose la cabeza y dudando respondió:
–¿Será cierto? Tal vez, pero… no. ¡Fuiste tú! —aseguró.
–No, no —respondió, rápidamente, el tlacuache—. No fui yo, somos siete hermanos. Bueno, ¿para qué tanto escándalo? Mejor te propongo algo: seamos compadres, bautizarás a mis hijos.
Estuvieron hablando largo rato sobre el tema, hasta tranquilizar la situación, al final:
–Está bien —aceptó el tigre—. Si eso es lo que tú quieres, acepto gustosamente ser tu compadre. Y, ¿a cuántos bautizaré?
–Bautizarás a siete de mis hijos —respondió el tlacuache.
–Ah, ¿sí? Entonces sí son varios. Bueno, pues, ni modos. Los bautizaremos. Olvidemos los malos ratos —concluyó el tigre.
Así fue que se hicieron compadres.
Tiempo después, tuvieron otro tanto de hijos, así que el tlacuache al encontrarse con el tigre, le comentó:
–¿Sabes compadre? Tu comadre ha tenido parto nuevamente. Y, ahora tiene antojos y, pues, estoy viendo cómo conseguir algo de carne para ella.
–Ajá… entonces… bueno, no importa —respondió el tigre. Está bien, iremos a cazar y a buscar algo de carne para la comadre. Iremos los dos, me acompañas allá en el aguaje, ahí llega mucha carne.
Se fueron al lugar elegido, ahí el tigre le dio las siguientes indicaciones:
–Tú, compa, espera aquí sin dormir, cuando venga la carne entonces me despiertas.
El tlacuache se quedó en vela, de repente, vio que venía por ahí un gran novillo.
–Ahí viene la carne —le susurró al tigre.
–¡No hombre! Esa no es carne, al rato, espérate verás —dijo el tigre.
Después de un rato, el tlacuache vio que venía por ahí una mula vieja y huesuda.
–Ahí viene otra carne —llamó nuevamente al tigre.
–¡No hombre! Esa no es carne, espérate, al rato viene —respondió el tigre.
Más tarde, llegó un burro viejo. Y el tlacuache avisó al tigre, pero este le dijo:
–No, ese no es, espérate —le indicó.
De repente, se dejó venir por ahí un gran toro, tenía mucha carne.
–Ahí viene, ahora sí, esta sí que es carne, —le dijo el tlacuache al tigre.
–Sí, esa sí es carne, lo que viste hace rato era puro hueso —contestó el tigre.
Al fin, se levantó el tigre, se afiló las garras y se le fue encima al toro. Este se cayó. Lo mató. En tanto, el compadre se dedicó a lamer todas las hojas embarradas de sangre.
–No compadre, mejor cómete la carne, no bebas esa sangre —dijo el tigre.
Enseguida, le preguntó:
–Ahora, ¿cómo y en qué llevarás algo de carne para la comadre?
Sin responder, el tlacuache agarró una pieza de carne, la quiso llevar, pero ni por más que intentaba no la pudo levantar, tan solo se revolcaba con ella. Entonces, su compadre, el tigre, se apiadó de él y lo ayudó a llevar la carne en su casa.
Días después, se acabó la carne, entonces la comadre tlacuacha le propuso al tlacuache:
–Ve a ver al compadre tigre otra vez, dile que vayan de cacería. ¡Vayan!
–¡No! —respondió el compadre tlacuache, no es necesario, yo iré solo, ya sé cómo le hace el compadre, ya sé cómo lo mata.
El tlacuache siguió los mismos pasos de su compadre. Se fue al aguaje. ¡Uff! Estaba espere y espere. Cuando de repente se apareció por ahí una gran carne, este también afiló sus garras y al instante se lanzó en los cachos del toro y ahí se quedó.
A los cuatro días después, la comadre tlacuacha fue a ver a su compadre y le dijo:
–Compadre tigre, ¿podrás acompañarme para ayudar a tu compadre a matar su presa? Tu compadre solo se lo pasa riéndose con el animal y no puede matarlo, ya lleva ahí cuatro días en el cacho y el toro no se cae.
–¡Mmm! Pues, ¿cómo se aventó la caza solo, así como estaba su persona? ¿cómo no me dijo y hubiéramos ido?
Entonces el compadre tigre ayudó a matar al toro y enseguida explicó:
–¡Jn! ¿Piensas que se está riendo el compadre, comadre? Al contrario, está muerto, ahí se quedó seco en el cacho, pues ya lleva cuatro días ahí sentado. Se está disecando.
–Y ahora, ¿cómo crecerán sus ahijados compadre? —preguntó, en llanto, la comadre tlacuacha.
–Tú no te preocupes, comadre. Yo, podré criar a mis ahijados. Consoló el compadre tigre. Así fue que murió el compadre tlacuache, ese, el de la cola pelona.
VERSIÓN EN dí’ztè -ZAPOTECO
MBÂL NZÉD KON MBÂL MBE’Z
Ne ché’ ndlì nzéd kon mbe’z, le’ nzéd ndòb xa’n tib ya ga’ níl, ná zá ndé mbe’z, zá nchab mbe’z, nchab:
–¿Kwán ndòblià? —nchab.
–Nà ndòbgá’b ngudkwên, nchab, nawé ndyezá ndlà men kè xis na’y, nchab. ¿Chò tlià preb? —nchab nzéd.
–Mbày —nchab mbe’z, ndyèn mbe’z.
Zè mdòb mbe’z gâx làd nzéd, ná mxen mbe’z kè tá nden nzédá ná ngwà mbe’z le’ga le’ yek ngudkwè mbe’z ngolǎ mbe’z kè, ndyak mbe’z ná lín nzédá, mbayna ngud ga’ jwa’n tá nzo yá’ nzéd ndlǎ nzéd kè yek na’. Máy le’y mdez, anta mbezyàj mbe’z nchǔb mbe’z, le’ nzéd zè mxen nêd ndâ.
Mbày tibgób ngogà nzéd lô mbe’z, le’ nzéd ndòb tib yek kè, ndòbke’ tyár, zá nchab mbe’z, nchab:
–¿Kwán ndòblià? —nchab.
–Ngén kwán ndòb lîn, nchab, le’en ndòb mbêd tib xmbâl nà, náya zín tib xmbâl nà, nchab nzéd.
–Â, nchab. ¡Náya wân là! nchab, má lŭ tája’ mta’tîn, mbwa’zkèn ngudkwên, naktalud nchow ngudkwên, nchab. Mkwi’n nûà nà, nchab. ¡À lŭga mblìy, ngéntra’ chó ór! —nchab mbe’z.
–Ngén, nákta nà, nchab. Kwéd là náya zín tib xmbâl nà, ne, yé’dtá’n lud jwa’n bix, ne’n kwán ta’ mbâl. Kwéd là zá yé’d mbâl zá ne’n chó kwán ta’ mbâl wá’n lud, nchab. Nákta nà jwa’n tá mblíya —nchab nzéd.
Mbày mblí lazo’ mbe’zá, mbla’ mbe’z.
Máy, tibgób mzya’l má’ tà má’, mzya’l mbe’z nzéd, le’ mbe’z mzin lô nzéd, le’ nzéd ndòb nzó tib le’n bte, plô nzi rê ya xkal, ná nzo lô nchónguy, ndâ ládà, ndâ ládà, nawé ngwîn nzéd nzo nzéd lô nchónguy, zá nchab mbe’z lô nzéd:
–¿Kwán ndòblià? —nchab.
–Nà nkegó mbi nal lôn —nchab. Nawé ndye men lô lús, nchò mbi nal lô men —nchab nzéd.
Máy, zèpa’ zá nchab nzéd lô mbe’z:
–¿Tgoà lud mbi lôà ná? —nchab.
–Â. ¿Nyé’n nawé náká? —nchab mbe’z.
–Nawé náká, nchab. Tís le’y tgoà mbi lôà, le’à né ngà, namas kè, tája’ gò lô na’y ná tája’ wà ládà, ládà, zá le’ nà ndâ tòb bǒ ney, nchab nzéd.
–Mbày —nchab mbe’z, naley ngò lazo’ mbe’z.
Má le’ mbe’z ndyènká yó mbi ló’n ná.
Má le’ nzéd yâ, yâtòb bǒ ney zá le’ nzéd ngwàcho’ lús, zè axta nadûz ndâ mbe’z izyò, axta nchek mbe’z ndâlá mbe’z, zè axta btey, ról bte ngob mbe’z, zè ngós mbe’z, le’ xbân rûb táya zè mxo’n ndâ.
Máy, nchab mbe’z, nchab ná: “ná yâgà ór lud táya axta kè ná wân ór”, —nchab.
Máy tá nkéte mbe’z, ngolà nzéd tibgób, le’ nzéd ndòb tib yek kè, ndòb tib yek kè zá’, tyá zá nchab mbe’z:
–¿Kwán ndòblià? —nchab.
–Le’ nà ndòb, ndòb ló’ skwel, nchab, nà nák xudte’d ór bix, nchab nzéd.
–Nchab mbe’z, pèr náya zá ngogaà, axta kè ná wâga nà là, nchab mbe’z. Má tája’ nákta jwa’n lud ndolì nuà nà, nchab.
Zá nchab nzéd, nchab ná:
–Ngén, nchab, nákta nà jwa’ná, nchab, má ná gàz wes nák ná’, chên xá nyar tá mblì nûà, tib ór naza yek na’.
Máy, anta nga’byá’ mbe’z yek mbe’z, ndlì mbe’z xgàb, zá nchab mbe’z:
–¿Nyé’n líy? Líga tá… pèr… já’à… ¡à lŭga mblìy! —nchab.
–Ngén, nchab, nákta nà, nchab, gàz wes nák ná’, nchab. Ke’ yektá là yambi, bla’ lûd yambi bà, nchab. Máská le’n yá’n tib mbâl, ryo’lè mbèd nà, kólèà mbèd nà, nchab nzéd. Kwéd lud yambi bà, nchab.
Mbre róp má’ mdodi’z má’, zá nchab mbe’z:
Mbày, nchab, mbe’z:
–Oney tís le’y nchala’z là yá’n na’ tib mbâl, ngén kwanlìy. Mbày, ¿plá mbèd ryo’lè? —Mna’bdi’z mbe’z lô nzéd.
–Gàz mbèd ryo’lè —nchab nzéd.
–Â, nchab mbe’z, na’rká mbèd ryo’lè zá, oney. Kólè’n mbèd zá, nchab. La’á yambi bà, nchab mbe’z.
Zè mberě yek mbe’z tibgób, mblí lazo’ mbe’z xki’z nzéd. Zè mbyá’ná mbâl zá’.
Máy tá naxte nzéd, tá ndotey zè ngól tibned mbèd, zá mzya’l nzéd mbe’z zá nchab nzéd lô mbe’z nchab ná:
–Mnèà mbâl mbro’ké xmbâl là, mbro’ké là xmbâl là tibgób. Náya ná má… cholê… nakè xmbâl là jwa’n, ná xámud zyál tib má’ wá mbâl.
–Ajá… cholê… oney, nchab mbe’z, lajá mblì mbe’z xgàbá, ngén kwán lìy, ndá’n zá, nchab. Yá’n, yá’n tib gó’d, yâkwa’n na’ tib má’ wá mbâl got, ndâ róp na’ zá, nchab, ndá’n rò tín ná zá, tyá ndé bé’l, nchab.
Máy ndâ róp zá, nchab mbe’z lô nzéd nchab ná:
–Le’à btòb nâ, zá naba’ kó’xka’l là nà ne’n chó ór ndé bé’l, nchab.
Le’ nzéd ndòb nâgá, ndé tib nabí góx.
–Le’ bé’l ndé —nchab nzéd.
–Nákta jwa’nà bé’l, nchab, naba’ ndé bé’l zá wi’à xá nya bé’l, —nchab mbe’z.
Tá ndòb nzéd, chó tib way zij góx ndé.
–Le’ tibá ndé —nchab nzéd.
–Ngén, nchab mbe’z, nákta jwa’nà bé’l, nchab, naba’ yé’dá, nchab.
Tá ndòb nzéd, chó tib bur góx ndé.
–Le’ bé’l ndé —nchab nzéd.
–Ngén, nchab mbe’z, nákta jwa’nà, nchab, kwéd là, nchab.
Máy, be’n ndòb nâ nzéd, ndé tib tór toz axta ngóg nya ndé.
–Nchab nzéd, náyay ná, nchab, le’ bé’l ndé ná, nchab.
–Â, jwa’nà zá bé’lká, nchab, per bé’l tá mbwi’à zeya jwa’n zijá, ngénta bé’lá, nchab.
Máy, à mbe’z ngochě, le’ mbe’z mblo’lé lèt na’ zá’, zè ngwà tórá. Ngob tór izyò. Ná le’ mbâl nketup rê lô la ndo ren, ndo.
–Ngén, nchab mbe’z, bda bé’l, ¿kwan náka rê renà nkeyu’à? —nchab.
Máy zèpa’ zá, nchab mbe’z lô mbâl nzéd nchab:
–¿Xámud wèà lûd bé’l wá mbâl got ná? —nchab.
Ana’ nkab mbâl nzéd, le’ mbâl zè ngogà tib lé bé’l nké mbâl, chó órlà yó’ bé’l nké mbâla’, anta nchŭb nû mbâlá, nalìda mbâl gân yó’y. Zera’ zá mda’yá’ mbâl mbe’z ngoyá’n tib lé bé’l yá yò, wá mbâl got.
Máy, lo mbrey, zá nchab mbâl got lô mbâl nzéd bi’, nchab ná:
–Yâà lô mbâl tibgób, yâ lô mbâl mbe’z, zá yâ gó’ gó’d tibgób. ¡Wà gó’!
–Ngén —nchab mbâl nzéd, le’ ndân, nchab, yâ mnêla nà xámud ndlì mbâl mbe’zá, yâ mnêlá nà xá nke’ mbâlá.
Máy le’ mbâl mxen nêd ndâ. Zè mzin mbâl rò tín. ¡Uj! Nkémbéd mbâl, nkémbéd mbâl ne’n chó órta’ yé’d bé’l, xá ndlìga mbe’z ndlì, máy tá ndòb mbâl chó tib bé’l ndé, ndé tib bé’l toz, nû ngolé lèt na’, zè ngòbi mbâl lô wàd, zè ndòbta mbâl nzéd lô wàd.
Tá ndótey, ngok tap wiz zá ngoti’ mbâl nzéd gôl lô mbâl mbe’z, zá nchab mbâl lô tà mbâl:
–Mbâl mbe’z, nchab ná, ¿tâ nák là chò teà ndá’n zá ne’n xámud gáj má’n xmbâl là, anta ndòb xinû xmbâl là má’ ndób xa’, ndâla tap wiz ndòb mbâl lô wàd nagábta má’, ne.
–¡Mmm! ¿Xá nkeyek mbâlá nda lazó’n ne’n ná tá nda’b mbâl naj? ¿Xâ na’ nyê mbâlá lôn zá ngà ná’ naj?
Máy ngwàga mbâl mbe’z, ngoke’ mbâlá chô tór, zá nchab mbâl, nchab ná:
–¡Jn! ndyak là ná ndòb xî mbâl tâ ndòb mbâlá ná, nchab, ngùj mbâl jwa’nà, nchab, mbiz mbâl ndòb mbâl lô wàd, ndâla tap wiz ndòb mbâl, ndòb biz mbâl jwa’nà, nchab.
–Pèr náya ná, ¿xámud xyén rê xi’n mbâl là ná? —nchab mbâl got lô mbâl mbe’z, ncho’n mbâl.
–Ngén, nchab mbâl mbe’z, wen là lìà xgàb mbâl, tlíga nà gân xé’n nà rê xi’n mbâl nà, nchab.
Támud mne jwa’ná zá bày, támud mblux mbâl nzéd, yìs rûb táya.
Juan Reyes (Oaxaca, 1985). Es hablante del zapoteco (dí’ztè). Es investigador y docente de primaria y universidad. Elaborador de libros en IEEA-INEA en 2012. Becario del Ciesas, CONACYT para estudiar la maestría en EIB en Bolivia. Escribió un artículo en el libro ¿Ser o no ser bilingüe? Es autor del libro El sistema de salud propio de los men tè de la sierra sur. Ganador de premios CASA en 2019.