pluma azul

PENACHO QUE NO ES EL PENACHO

POR WALTER BUENO AGUIRRE

El tlatoani pronto se percató que los extraños no eran precisamente dioses y que quizá tendrían más que ver con los augurios de tragedia para su imperio, que con la anunciada visita de Quetzalcoalt. Decidió colmarlos de regalos, dicen que porque creyó que no se acercarían a buscar lo que obtenían a lo lejos sin esfuerzo alguno. Si fue tal cual aseguran los eruditos, el plan no sólo no funcionó y, además, fue un rotundo fracaso que resultó completamente al revés. Entre esos exóticos regalos iba uno por demás llamativo. Cortés lo describió como un tocado con incrustaciones de oro; al no encontrarle forma de algo por ellos conocido, asumió por eso que se usaba en la cabeza. Así lo dijo en su primera carta al emperador Carlos V, o mejor dicho, a la reina doña Juana y a su hijo, a los que luego se los haría llegar junto con las otras ciento cincuenta y siete cosas que recibió de los nativos.

Ese vistoso y desconocido objeto se perdió y, de aquella generación de humanos, no hubo alguno que volviera a verlo. Pasaron casi ochenta años para que alguien mencionara un sombrero en el inventario de un antiguo castillo austriaco. Sin saber todavía qué era, se le inventarió así: como un sombrero morisco. Se decía que tenía un pico totalmente de oro y estaba junto con otras tantas “curiosidades” maravillosas obtenidas de diferentes partes del mundo. Cuando se exhibió con las plumas arriba y el espacio donde se cree que iría la cabeza, hacia abajo, todos comenzaron a llamarle penacho y, cuando se dedujo que era el que Cortés había enviado al emperador de chocolate, se le llamó: “El penacho de Moctezuma”.

Ahora bien, de entre los regalos enviados por el tlatoani, ninguno parecía tener una importancia trascendental en la cotidianidad mexica, esa grandeza vendría después con la Historia. Lo que envió, pues, no fue “El” penacho sino “un” penacho.  Si tenía un pico de oro, como se describió, lo que seguramente representaba era un ave. Las plumas irían hacia atrás y abajo, figurando un quetzal y la abertura que se cree iría en la cabeza, podría ir en el cuello, por lo que, más que un penacho, sería una capa… esto si nos aferramos a pensar que se utilizaba como atuendo, porque podría ser un estandarte e ir en un mástil, nadie sabe. Tampoco se sabe con certeza si era de Moctezuma, porque si su plan era ahuyentar a los españoles, tal vez sería una señal de lo que el emperador podría obtener de otras culturas. La idea de que el tlatoani mexica lo portara así de enorme sobre la cabeza, con dos o tres súbditos deteniéndolo para que pudiera moverse lentamente con toda la incomodidad que ello supone, es más fruto de la imaginación colectiva, en la cual ese objeto funcionaba como una especie de corona.

Ya en la primera mitad del siglo pasado en México se hizo una réplica casi idéntica de aquello que hoy se exhibe en la capital del país. Se realizó con base en las descripciones mencionadas en todo ese largo tiempo, y se puso, por costumbre, de la misma forma en que se hacía en Viena. Lo realizó un artista llamado Francisco Moctezuma; por lo que, irónicamente y en los únicos términos precisos, aunque algo modestos, podríamos estar tranquilos porque este sería el único y verdadero “penacho de Moctezuma”.

PERFIL IRRADIACIÓN

Walter Bueno Aguirre (Casas Grandes, Chihuahua, 1984). Músico, escritor. Formado con especialidad en canto por CMA Cd. Juárez y con formación en Historia por la UACJ en la misma ciudad.  Apasionado por estas disciplinas ha escrito la novela histórica “Deus le volt”, ensayos de Historia, a la vez que coordina proyectos musicales que buscan rescatar obras antiguas del repertorio internacional.