POR BELINDA RODRÍGUEZ
I SOY UN SIMPLE TEMA DE TU FUGA Contrapunto vertiginoso pegado en la suela del zapato Una mirada escurridiza que te busca Violas da gamba Silencio… y luego ¡Ah, la flauta de pico! Justo a tiempo para nuestro sueño barroco Meses de embriaguez Días amarillos acelerados dentro de la quietud de la última gota de la tormenta Nuevas melodías en las que soy una nota fuera del espacio Agitadas memorias de una cadencia que se repite una y otra vez La música de las esferas anuncia nuestro fin La tristeza de las estaciones danzan en la armonía del cosmos su ritmo frenético En el dulce juego de sombras somos dos títeres que bailan En silencio En los asustados poros de nuestra piel una nota discordante suena
II DISTANCIA En las noches de agua y fuego mi voz obtiene sus palabras secretas un lenguaje primitivo que tiene la pureza de un signo triangular Un conjuro Un hechizo Una invocación Soy un cangrejo de agua tibia una corriente de agua huérfana que sólo quiere sentir la tempestuosa vitalidad de tu fuego. ¿Qué otra prueba quieres de tu poderosa existencia? Te añoro como algo que hubiera perdido en el pasado Te reclamo como al sol y al aire. Te echo de menos como si te hubiera tenido antes como una preciada posesión de la infancia como un amuleto. Ven al sur a tallar nuestros nombres en árboles sagrados En este país mágico donde te espero para recorrer las calles lluviosas en la noche infinita y encender un fuego hecho de magia pura Recorreremos cada callejón cada embrujado camino. a buscar las huellas de otros que han jugado a entender la vida La poesía es un lenguaje sagrado Una mítica mentira que nos abrasará como una llama eterna Y yo quiero hablar contigo la lengua primitiva de nuestros cuerpos
III SENDEROS Los silencios de las avenidas Gorgotean en mi garganta Como palabras no dichas en la hora del mundo Arrepentimiento de las sombras de las extravagantes siluetas que no logro reconocer Un metálico recuerdo que azota como un látigo mojado en la espalda arañada por oscuros resplandores de lujuria Una ternura fortuita En medio de la noche blanca Un espejismo ardiente de promesas y jadeos Los cuerpos que gimen en la hoguera de un instante En que todo se detiene Se diluye Se revuelca Se transforma La oscuridad me cubre y se ciñe a mis entrañas se abraza a mi cuerpo de quimera lastimada herida asustada Las calles brillan de suciedad Los hombres caminan sin detenerse Los perros callejeros se reconocen y siguen su camino Un desfile de almas en la madrugada de las sensaciones Donde cada uno de nosotros arrastra una noche agitada a cuestas Y las soledades nos hermanan en la miseria Y la melancolía llena nuestras maletas Y la esperanza aún reside en un recóndito refugio de la entrepierna Y el corazón aún espera hacer su última apuesta.
Belinda Rodríguez (CDMX). Nací en la década de los 80. Estudié Lengua y Literaturas Modernas en la UNAM y, posteriormente, una maestría en Educación. Actualmente, me desempeño como docente universitaria. Soy una apasionada del arte, la literatura y el cine. Me interesa todo lo relacionado con el lenguaje y sus manifestaciones. He publicado textos en revistas como Anuket, Pidgin, Lucens, Periódico Poético e Irradiación.