UNA NOVELA SOBRE EL PODER, «CASI EL PARAÍSO» | POR RAMSÉS GUERRERO ARROYO

Recientemente se estrenó una película mexicana llamada Casi el paraíso, basada en la obra homónima de Luis Spota. La cinta —cuya calidad desconozco, puesto que no he podido verla todavía— es un buen pretexto para reflexionar en torno a la novela y a un autor cuyo trabajo ha sido relativamente olvidado en nuestros días, pese a su importante rol durante el siglo XX.

Casi el paraíso, obra escrita por Spota en 1967, tiene una destacable calidad literaria y ofrece una perspicaz crítica del México durante el Desarrollo Estabilizador. A través de un narrador omnisciente, la novela cuenta dos historias, la de Ugo Conti y la de Amadeo Padula. El primero es un príncipe europeo venido a menos que es agasajado por una burguesía mexicana embelesada por la pomposidad de la realeza. El segundo es un hermoso joven que huye de su país, Italia, debido a problemas con soldados norteamericanos que ocuparon la península una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. Spota vincula poco a poco estas dos historias hasta revelar que Amadeo y Ugo son el mismo individuo. Se trata de un falso príncipe, un embaucador.

El argumento de la novela sirve como cimiento para una sofisticada crítica sociopolítica al México alemanista. El autor narra el desprecio que siente Conti por los vicios de la burguesía mexicana arribista, ese conjunto de nuevos ricos que son capaces de desnaturalizarse con tal de ser identificados y aceptados como parte de la vieja aristocracia. El falso príncipe reconoce que el desprecio que siente por ellos es una contradicción, sin esa capa social susceptible a las pretensiones de clase su estancia en México no significaría nada.

La psique de algunos personajes como Carmen Pérez, Rosalba o Alonso Rondia es una muestra de esta fijación por resaltar el buen origen, la exclusividad de la gente con la que se codean y la frivolización del valor de las cosas. Alonso es un personaje muy peculiar porque juega dos roles en esta crítica: primero, es una sátira del macho mexicano que subió en la escala social gracias a la Revolución, y que no demuestra más su virilidad con las armas, sino con el dinero y el poder; en segunda instancia, retrata la corrupción de los grandes proyectos urbanos de la Ciudad de México en los cincuenta, que mediante el ideal del progreso beneficiaron a una élite con tendencias al compadrazgo.

La crítica sociopolítica es de una riqueza inacabable y por suerte es un tema que se ha estudiado y comentado. Así que, más bien, quiero centrarme en un tema que no ha sido suficientemente explorado: el modo en que Spota construye los vínculos sexoafectivos de su protagonista y las relaciones asimétricas de poder que se desenvuelven entre los personajes femeninos (o afeminados) y Amadeo Padula / Ugo Conti.

Partiré de la figura protagonista. Todo lo que Amadeo Padula aprende sobre sexualidad y amor es a través de su madre, cuyo modo de subsistir es el sexo servicio, por lo que interpreta la sexualidad como moneda de cambio desde la niñez. Este recurso argumental es común en el universo spotiano (en Vagabunda y La sangre enemiga lo repite con personajes femeninos): propone un desarrollo sexual traumático como detonante de actitudes futuras que se pueden asumir como moralmente incorrectas. En el caso específico de esta novela es el fundamento para explicar el uso del cuerpo como único medio de sobrevivencia para el protagonista.

Las primeras experiencias sexuales de Amadeo son traumáticas y no tiene control alguno sobre los personajes femeninos, por lo que podríamos decir que tiene un carácter pasivo. Durante su desarrollo sexoafectivo, o bien es utilizado como un objeto de deseo por mujeres mayores que él, o toma decisiones que terminan en tragedia. Esto cambiará con la aparición de Francisco Conde de Astis, personaje que se convierte en su mentor para el engaño y que le enseña el valor de los títulos nobiliarios y la facilidad con la que pueden falsearse. El Conde es quien lo instruye para convertirse en Ugo Conti.

El vínculo entre Amadeo y el Conde tiene una carga homoerótica que se puede leer entre líneas. Al igual que con el resto de relaciones, se repite el patrón y el protagonista termina por carecer de poder sobre el otro, lo que lo hace un joven aprendiz que perfecciona el uso de su belleza revistiéndolo de falso prestigio. Es como si Spota siguiera el modelo clásico de la sexualidad didáctica en la que el joven imberbe debe ser un agente pasivo para aprender a dominar cuando llegue el momento de ser un agente activo.

Su agencia pasa a ser activa, justamente, cuando decide desobedecer y separarse del Conde. Y no sólo cambia su agencia, sino que se asume ya como el príncipe Ugo Conti. Siguiendo la idea de Spota, Amadeo se convierte en “hombre” hasta que se vuelve manipulador y se apropia totalmente de su alter ego. Aunque Amadeo y Ugo son uno mismo, su personalidad es distinta; Amadeo es bello, pero Ugo es un príncipe capaz de manipular a todo aquel que no haya sido bendecido por Dios con una sangre especial.

Ahora que Conti se ha convertido en un manipulador, ¿cómo se comporta la mujer frente a él? En la narrativa de Casi el paraíso, el tropo femenino se proyecta con personajes vulnerables. Primero, aparece la norteamericana Liz Avrell, la primera mujer en ser seducida por Ugo Conti; es viuda, se siente insegura por la diferencia de edad que tiene con el príncipe y está dispuesta a cumplir los caprichos de su amante con tal de tener su compañía. Luego aparece Carmen, quien recibe al príncipe en México, y si bien no está en las mismas condiciones de vulnerabilidad que Liz, siempre está a la expectativa de obtener un acercamiento sexoafectivo con Ugo. En condiciones similares se encuentra Rosalba, una actriz mexicana de edad avanzada que busca en el príncipe la convalidación de su belleza y el prestigio de haber sido amante de un noble. Finalmente, se reitera el modelo de mujer vulnerable en Teresa Rondia, hija de Alonso, mujer joven, sin experiencia, y para Conti funciona sólo como un medio para un acuerdo beneficioso con la élite local.

En esta novela Spota construye a mujeres cándidas, melosas y sin decisión, todas son mujeres de clase alta, preocupadas por superficialidades. Los hombres son los que se encuentran en las decisiones importantes, pero de todas formas se ven atrapados por el encanto de Conti. Hombres y mujeres comparten algo frente al extranjero: se sienten menores, superados y por lo tanto atraídos. Spota describe al mexicano como un acomplejado racial.

Existe, no obstante, un par de excepciones a la figura femenina vulnerable: María Almada y Frida von Becker. Almada es amiga de Rosalba y representa un tropo femenino distinto, es una mujer culta que se codea con los artistas de la época y su característica diferenciadora es que ella no desea a Ugo Conti ni lo ve con otros ojos por el simple hecho de ser noble o extranjero, aunque, pese a todo esto, reconoce su belleza. El autor asume que la educación de una mujer determina su vulnerabilidad frente al hombre. El resto de mujeres serán muy burguesas, pero son incultas y acríticas. Frida von Becker es un personaje distinto, una vieja conocida de Amadeo Padula cuya fortaleza está en que, al igual que Conti, es una extranjera utilizando los complejos de los mexicanos para enriquecerse.

También es interesantísimo el modo en el que el autor aborda la homosexualidad de uno de sus personajes como un tropo semi-femenino. El embajador Sir Malcolm Prune, como las mujeres, es vulnerable frente a Ugo Conti, pero no muestra esa vulnerabilidad sino hasta que se encuentra embriagado y confiesa su deseo homosexual por el príncipe. Pese a que la relación de poder es la misma, se matiza, quizá, porque se trata de un hombre homosexual y no es en sentido estricto un personaje femenino.

Con esta novela —desde sus horizontes de género, circunscrito a su época y con sus prejuicios machistas— Spota no sólo satiriza a la burguesía arribista de los años cincuenta, sino que va más allá y se burla de su modo de relacionarse en las alcobas, en los corazones y en los armarios. El final es muy claro en este sentido: una vez que todo el fraude sale a la luz, Alonso Rondia no se arrepiente de haber ofrecido a su hija para ennoblecerse, se arrepiente de haberlo hecho con el postor incorrecto.

Spota a lo largo de su carrera fue un autor prolífico, pero una parte importante de su obra tiene una temática centrada en la narrativa política. Creo que Spota escribió Casi el paraíso pensando en “el amor” de la nueva burguesía mexicana, con relaciones cargadas de pugna por el dominio y asimetrías de poder. Narra relaciones complejas donde el cinismo está presente y se muestra sin tapujos. Si tomáramos esta novela como una lección de política mexicana amorosa, al romance no le sobrevive el más inteligente, el mejor armado o el más rico, sino el que mejor sabe engañar.

Ramsés Guerrero (Ciudad de México, 1999). Jurista, historiador y escritor de narrativa. Ha publicado en revistas como Tierra Adentro, Pirocromo e Irradiación. Ganó una mención honorífica en el Concurso 54 de la revista Punto de Partida y es parte de la antología Habitar la bruma. 11 autores escriben sobre la espera (Caracola Ediciones, 2023).