Irradiación Opinión

IMAGINARIOS SOBRE UNA NACIÓN EMERGENTE: VASCONCELISTAS Y ESTRIDENTISTAS

POR ESTEBAN GONZÁLEZ

Cerca del final de “la fiesta de las balas”, como bien llamaría Martín Luis Guzmán a la etapa más intensa y violenta de la Revolución Mexicana, el país se apreciaba como un terreno fértil para el florecimiento de una nueva sociedad que superara y dejara atrás todas las desigualdades del régimen anterior. En el pasado, debían quedar las tiendas de raya, la explotación de los obreros y campesinos, y el poderío afrancesado de la oligarquía porfiriana. Eran tiempos para soñar peligrosamente y ser totalmente modernos. Esta necesidad no pasó desapercibida por los grupos intelectuales de la época. Era el comienzo de una discusión acalorada que perduraría hasta mediados del siglo XX: ¿qué proyecto nacional sería el más apropiado para alcanzar los ideales del movimiento armado?

Entre aquellos proyectos que intentaron ser consecuentes con la transformación del país durante esos años, José Vasconcelos y la Escuela Mexicana de Pintura propusieron un retorno a las raíces de lo mexicano a través de la exaltación del pasado indígena y la construcción de una épica entorno a los sujetos y acontecimientos de la Independencia y la Revolución Mexicana. Dicha búsqueda ontológica tenía como propósito la conformación de una identidad propia y excluyente de influencias ajenas a la patria. Solamente se permitía emular la herencia clásica, ya que se consideraba el origen de todas las grandes culturas del mundo occidental.

Al igual que el interés por el pasado, el proyecto vasconcelista pensó en el futuro. Desde su perspectiva, el progreso se lograría a partir de la valoración del ser humano y de sus principales cualidades: la sensibilidad, la moral y el intelecto. Por este motivo, se apostó por el arte popular, la educación pública y la filosofía humanista. Su objetivo era impulsar el surgimiento de un nuevo individuo que se guiara por los principios de justicia, igualdad y renovación. Dicho imaginario pretendía lograr la unidad del pueblo después de la gesta revolucionaria y, en el ámbito internacional, reflejar una identidad propia.

Cabe señalar que parte del éxito e importancia de este proyecto se debió al mecenazgo del gobierno federal y a los altos puestos públicos que ostentaron algunos vasconcelistas. Este vínculo con los poderes del Estado perduró más allá de la vida activa del movimiento, dado que los mitos e imaginarios creados fueron elementos constitutivos de la propaganda del Partido Nacional Revolucionario (antecedente del Partido Revolucionario Institucional). En consecuencia, es innegable que el proyecto vasconcelista influyó sin proponérselo en la consolidación de la presidencia imperial (según Enrique Krauze) o el consenso autoritario (según Soledad Loaeza).

Asimismo, el arte producido con esta tendencia nacionalista sufrió una transformación en un bien de consumo por parte de ciertas élites. La figura del indígena pasó de representar pobreza y miseria a convertirse en un componente estético de los murales, películas y literatura de la época. Pero, las condiciones económicas y sociales de los indígenas no cambiaron.

Contrario a la propuesta vasconcelista, el estridentismo surgió como un proyecto artístico radical, cuyo propósito era modernizar el anquilosado ambiente literario y cultural de México, el cual, hasta ese momento, se encontraba todavía inmerso en la estética decadente que caracterizó el final del siglo XIX. Por este motivo, una noche de diciembre de 1921, el poeta y futuro litigante Manuel Maples Arce convocó a los jóvenes mexicanos mediante el famoso documento Actual No. 1. El llamado era innovar y crear arte a la altura de los tiempos de cambio: “Cosmopoliticémonos. Ya no es posible tenerse en capítulos convencionales de arte nacional”.

Los fundamentos de esta postura se basaron en los principios estéticos del futurismo de Marinetti y el ultraísmo argentino. Asimismo, se vincularon directamente con otros movimientos de vanguardia como el dadaísmo y el creacionismo. Por esta razón, es frecuente que los alcances de este proyecto se limiten al ámbito estético donde tuvo una participación en diversas disciplinas: literatura, artes gráficas y música.

Sin embargo, los estridentistas no fueron ajenos al contexto político, económico y social de la etapa posrevolucionaria y buscaron actuar mediante la crítica de los valores reaccionarios a los tiempos de cambio. A diferencia de los vasconcelistas, la importancia del ser humano no se sustentaba en un pasado privilegiado (estaban en contra de cualquier intento de mitificar los acontecimientos nacionales) o en un futuro de unidad racial o cósmica, sino en el presente de industrias, tecnología y rascacielos. Sus obras reflejan un pensamiento urbano en el cual la ciudad y la fábrica son los escenarios donde el sujeto se renovará y construirá un mundo orientado hacia el progreso.

Por paradójico que parezca, la Ciudad de México no fue el lugar más apropiado para que los estridentistas pusieran en marcha su proyecto de nación, ya que la capital se encontraba totalmente entregada a la aventura vasconcelista. Por este motivo, el sitio de operaciones y experimentos de los estridentistas se ubicó en Xalapa, la cual era gobernada por Heriberto Jara. Desde ese momento, Veracruz se convirtió en la entidad más vanguardista de la República Mexicana, puesto que Jara compartía ese sentimiento de modernidad e industrialización, el cual se vio reflejado en numerosas obras arquitectónicas, proyectos culturales y actividades educativas que mayoritariamente fueron organizadas y realizadas por los estridentistas.

Desafortunadamente, para los estridentistas, la defensa de los trabajadores petroleros impulsada por Jara motivó un golpe por parte del gobierno federal (dirigido por el jefe máximo Plutarco Elías Calles) que terminó en su destitución como gobernador. Con la pérdida del poder político del mecenas, el grupo se desintegró y el proyecto nacional más radical de inicios del siglo XX concluyó. No obstante, todavía quedan las obras literarias y visuales que nos muestran un poco del proyecto estridentista y de su importancia para la historia de México.

Esteban González. Escritor de cualquier tipo de materia textual y cuentacuentos por afición. Ha sido mediador de lectura en diversas instituciones culturales y educativas, además de profesor de ciencias sociales y humanidades en el nivel medio superior. Su pasiones son la literatura mexicana del siglo XX, la literatura infantil y juvenil, y las utopías latinoamericanas.